domingo, 8 de enero de 2012

Juegos de mujer.


 
Desprovistas de prendas, esmalte en las uñas, con sus cabellos cubiertos por gorros verdes sin dejar oportunidad a un corte o un color para adelantar algo, recogidas sobre sí mismas para que la desnudez no salte por las maltrechas batas quirúrgicas que llevan como vestuario, casi dos decenas de féminas hacen antesala en un cubículo del ala materna del hospital Abel Santamaría Cuadrado en la ciudad de Pinar del Río.
La mayoría de ellas están allí para hacer valer su derecho de interrumpir un embarazo no deseado, otras por razones terapéuticas, o para que manos especializadas eviten que la voluntad de madre natura deje complicaciones en su cuerpo al dejar de latir el corazón de su pequeño feto, pero lo más alarmante resulta que la mayoría de aquel grupo lo conforman jóvenes entre 15 y 21 años, consideradas como niñas dentro de cualquiera de sus casas, pero que están allí porque sus prematuros juegos de mujer, tuvieron un inesperado final.
Una quinceañera luchaba con su copiosa cabellera para reducirla debajo del gorro y como si se tratase de un bebé, con arrumaco y todo reclamaba la presencia materna para que la socorriese, la pregunta no se hizo esperar, ¿llevaste a tu mamá al momento en que quedaste embarazada?
Las generaciones que engendramos a los jóvenes de hoy sufrimos con rudeza el Período Especial, hemos puesto un desenfrenado empeño en privar a nuestra prole de carencias, en evitarles el rigor de la vida y de paso nos saltamos también muchas cosas de la educación, el inicio de las relaciones sexuales tempranas no sólo es fruto de la televisión y filmes foráneos, también la fomentamos desde casa cuando apenas empiezan a pararse y preguntamos por el novio del círculo, las vestimos como adultas, permitimos que accedan a programación e información impropias para la edad o “celebramos” la prosaica manera de danzar la pequeña.
La sexualidad no debe ser un tabú, pero tampoco rebajarla a algo tan normal que carezca de importancia, ya se perdió la magia de “la primera vez”, muchas de estas niñas dejaron su virginidad sólo para ponerse a tono con el grupo, para probar que ellas si son mujeres, o porque la educación  que recibieron sobre el tema tendía más a incentivarlas que a prepararlas para una conducta sexual responsable y ojo con este término porque tanto la propaganda como la información disponible se enfoca en el uso del preservativo, como la solución mágica y si es bueno divulgar sus beneficios, tampoco podemos resumir la responsabilidad al empleo del mismo, porque la promiscuidad trae otros males al margen de enfermedades venéreas.  
La incidencia del cáncer cérvico uterino en edades más tempranas es tema ampliamente conocido, así como que la razón de esta tendencia se encuentra en el inicio temprano de las relaciones sexuales, además de los riesgos asociados al empleo del legrado como método regulador de la natalidad, sorprende el desconocimiento de el peligro que corren y como asumen su paso por aquel salón, como si fuese una parte más de ese juego de erigirse desde el cuerpo de adolescentes en mujeres.
Una enfermera les ofreció de manera voluntaria una charla sobre el tema, no prestaron mucha atención y ella lo percibió, aceptando que seguramente las volvería a ver allí. El sistema de salud brinda garantías, hay divulgación sobre el tema, campañas educacionales, pero sólo la familia puede desde su seno fungir como reguladora de tan negativa tendencia en la sociedad cubana.
Nuestras jóvenes tienen oportunidad de estudiar, la seguridad del entorno en el cual crecen propicia un acceso a la libertad impensado en otros lares, pero quienes las trajimos a la vida tenemos sobre nuestros hombros la responsabilidad de cuidarlos y estar atentos. En todos los tiempos ha existido el embarazo en adolescentes y no es época de echarlos de casa o darles la espalda por temor a la deshonra, pero tampoco de ser simples testigos de sus errores porque los suyos son los nuestros y escribo cada palabra con el temor horrible de mi tejado de vidrio como madre de dos niñas. No hay manuales a prueba de fallo en la educación, pero al menos debemos intentarlo todo y las estadísticas apuntan a que no lo estamos haciendo.

4 comentarios:

Lola dijo...

Las generaciones van cambiando de mentalidad y ha llegado un momento en que la virginidad ya no tiene la importancia que tenía para nosotras y vosotras. Es verdad que los padres tienen la responsabilidad de educar también en la sexualidad a sus hijos pero... que difícil resulta dar con las palabras adecuadas. Yo pienso que educarlas en la responsabilidad en todos los sentidos es lo más que podemos hacer. Espero que tengas mucha suerte con tus hijas y que su comportamiento sea siempre responsable hagan lo que hagan.
La información también es muy importante. Un abrazo de Lola

Yolanda Molina Pérez dijo...

Lola en el caso de Cuba es que se hace tanto énfasis en prevenir el sida y promover el empleo del preservativo que el saldo termina siendo incentivar a la práctica sexual, protegida supuestamente, de hecho cuando hay tanto embarazo en las adolescentes, es evidente que el mensaje no llega a destino, en varios momentos se han suscitado debates sobre el tema, y la necesidad de renovar el enfoque de dichas campañas, pero para ser franca en esencia siguen siendo lo mismo, personalmente no me identifico con estos spots ni pancartas. Claro tampoco creo que sea ese el único problema, la familia cubana atraviesa por una crisis “cosística”, generada por los propios padres, es el síndrome de dar y dar, llenarlos de bienes materiales como expresión de bienestar y se dejan de lado aspectos esenciales como la comunicación, en reuniones de padres me encuentro tanto en el aula de la menor de seis, como de la mayor de 12, progenitores que enteran allí de los problemas de sus hijos, tanto de los de aprendizaje como de conducta y eso me parece muy negativo.
Además de mi hija mayor, mi esposo tiene otra de 14 y comparten la misma escuela y pasan mucho tiempo juntas aquí en casa, y yo aprovecho desde trabajos publicados en la prensa, dramáticos, series, cuentos traídos de boca de las amiguitas, hasta los traspiés de los conocidos para “entrarle” al tema y siempre con algo muy claro, tendrán nuestro apoyo pero no podemos vivirle sus vidas, a lo mejor me equivoco pero esa filosofía fue muy efectiva en mi hermana y en mí y cifro en ella mis esperanzas. No tengo mucho problema para el tema de las palabras, pues desciendo a la adolescencia y uso los vocablos de sus coetáneos para cualquier punto… no vaya a ser que por un eufemismo después digan que no me entendieron…
Agradezco tus deseos de suerte porque cada día estoy más cerca de necesitarla y para que negar ese es uno de mis grandes miedos y no por mojigatería, sino porque todavía no pueden alcanzar la transcendencia que puede llegar a tener una mala vez…. Besos…

Animal de Fondo dijo...

Querida Yolanda, yo también tengo una niña de doce, y confío en que las dotes de mi mujer sirvan para algo. Me gustaría mucho poner en perspectiva las diferencias entre nuestras dos culturas, aunque lo encuentro difícil. La parte cubana me gusta más, para qué negarlo, porque imprime una naturalidad a estos asuntos por aquí desconocida. Hay riesgos en Cuba, hay libertades malentendidas. Pero piensa en lo poco que es eso comparado con nosotros. En nuestra sociedad el temor va por otros derroteros, ya que el sexo sigue teñido de tabú y de violencia.
¡Suerte para ambos! Y ojalá sepamos hacer lo que nos corresponde.
Abrazos.

Yolanda Molina Pérez dijo...

Francisco he demorado mucho en responderte porque por estos días ese demonio ha estado suelto en casa, mi hija mayor recién cumple trece años y me confiesa que cree que está enamorada, ya sé que nada más normal que a su edad eso suceda y demo darme por satisfecha de que lo comente conmigo, pero el temor que veía venir, llegó y amigo espero que mucha de esa suerte que me deseas me acompañe para saber qué hacer y en qué momento, por el momento creo que encaucé bien la situación, pero la preocupación pasó a ser ocupación.
Abrazos…