jueves, 25 de octubre de 2007

Comandante de la alegría


Por Yolanda Molina Pérez.
La alegría encontró morada; es un fulgor desde lo profundo de tus pupilas y alcanza el punto máximo de luminiscencia en el blanco destellante de tus dientes, que engalanan esa amplia sonrisa de la cual pende tu alma de cubano auténtico.
Hijo de una isla donde la jocosidad es semilla de vida, tu eterna juventud ha permitido que sigas siendo un collar de cascabeles para la historia…
Valeroso, fiel, maduro y dichoso de servir a la Patria, nunca has dejado de ser un niño, al que le apasionan los juegos y se evade de los protocolos para vivir la naturalidad exclusiva del desenfado.
No es error gramatical hablarte en presente, porque con cada hombre o mujer de pueblo que lleva en sus labios la sonrisa para desafiar las adversidades, va un poco del Comandante cuya última travesura fue dejarnos la inconsistencia de su muerte.
Por años se miró al mar con la esperanza de ser testigos de un milagro, nadie creyó tu muerte, aún se tejen leyendas fantásticas unas, malintencionadas otras sobre cuál sería tu postrero destino.
Esa jugarreta del destino ha dado lugar a una de las más hermosa tradiciones de este pueblo, cada 28 de octubre, en tu nombre Camilo, se hace florecer al mar, este domingo lo haremos en familia y llevaremos los más pequeños de casa a cualquier lugar donde fluya el agua para que perfumen tu figura y te regalen la policromía de la naturaleza.
En cada pétalo irá la inocencia de sus manos, el encantamiento de sus rostros, ante la dulzura que los embriaga al admirar tu estampa de guerreo afable, sonriente y serás testigo de que en ellos brota la almendra de alegría que te ha preservado del tiempo y el olvido…

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