jueves, 20 de diciembre de 2007

Mis maestros

El 22 de diciembre se puede considerar como un día de fiesta popular en Cuba, se celebra el día del Educador y de un extremo a otro de la isla se generaliza el ambiente de festividad, la compra de regalos, la organización de las fiestas…
Quien no estudia, pues tiene un hijo, un sobrino, un nieto que lo hace y de una u otra forma se ve involucrado en la conmemoración, este año el jolgorio se adelantó 24horas para que el hecho de que sea un sábado no permita se pase la fecha por alto, podría dedicar estas líneas a la culminación de la Campaña de Alfabetización y de ahí el enmarcado del homenaje o a los preparativos personales que he tenido que hacer en este año, pero prefiero referirme a esos maestros y profesores inolvidables que han dejado una huella perenne en mi vida.
Debo empezar por las amigas y amigos de mi madre y mi padre también educadores, esos que trabajaban en aquella casa-escuela rural en la cual vivimos hasta que cumplí los cuatro años, Alina, Elena, Esnoide, mami y papi no supieron nunca de qué modo mientras permanecía con ellos en las aulas aprendí a leer y escribir sin seguir un proceso de aprendizaje coherente antes de los tres años.
Mención especial para Esperanza Zaldívar que me llevó de segundo al cuarto grado y que había sido 30 años atrás la primera maestra de mi progenitora.
Para cerrar con la enseñanza primaria Julia Carmona quien además era mi tía y sembró en mí un amor por las matemáticas que hasta hoy perdura.
Ya como estudiante de secundaria el primer lugar es para Bárbara Carcerán una mujer increíble, amiga, cómplice, excepcionalmente inteligente y de ella quedó un adagio que aún me acompaña “explicaciones no pedidas, culpabilidad demostrada”.
Waldo me ofrendó la Filosofía como método de análisis práctico para la vida y el aprendizaje, Medina la búsqueda de nuevos retos.
En el pre universitario aprendí de Armando Cuba, que la historia es una novela, y que el mejor método para aprenderla es asumirla de ese modo, una profesora de Literatura de la cual sólo recuerdo el apodo dado “La Polla”, tuvo la gentileza de descubrirme que mis habilidades para las humanidades eran superiores a las que tenía para la ciencia.
En la Universidad las palmas son para Yamile Haber Guerra, (señora que como dice un amigo hace honor a sus apellidos), no sabría que priorizar en ella, si su erudición, su capacidad para despertarnos el afán por lo desconocido, su fraterna manera de ofrecer la amistad o el modo en que nos cultivó para que siempre estuviésemos en la acuciante búsqueda de la originalidad, su modo peculiar de calificar nuestros conocimientos “tu examen está bien, pero yo sé que puedes hacerlo mejor, tienes cuatro”. Nos educó en la controversia desde posiciones de respeto, y nos regaló la incalificable vocación de ser fieles defensores de nuestras opiniones desde la ética y la responsabilidad de un oficio público y comprometido con el servicio a los lectores, oyentes o televidentes.
Zenaida Chillón nos educó en la tarea de buscar sin descanso hasta encontrar las palabras justas, mientras Ever Pérez tuvo la parsimonia precisa para imponernos la disciplina desde la conveniencia de intereses personales ajustados a los planes de estudio.
Sé que quedan muchos pero estos son los que sobresalen cuando recuerdo mis 17 años de discípula, para ellos mi agradecimiento eterno por todo lo que me dieron y por la tolerancia hacia mis actos desafiantes.
De adulta tuve un maestro que me adiestró en los gajes de la dirección, me enseñó a negociar desde posiciones de razonamiento y no de imposición, me entregó el dominio de mi voluntad para no ser llevada por los ímpetus momentáneos, gracias Fidel Troya, por la confianza, la paciencia y la amistad.
Sería injusta si antes de terminar estas líneas no dedicara unas palabras a los que hoy educan e instruyen a mis hijas, a todos los que han puesto un grano de arena o una playa en ello les estaré por siempre en deuda.
Este 22 de diciembre es el Día del Educador en Cuba, pero sirva esta fecha nacional como excusa para felicitar a todos los que se dedican a esta noble profesión en el mundo, en especial a mis padres.

3 comentarios:

seniaregalado dijo...

Experiencias en primera persona. Interesantes. Buena entrada.
Tuve una profesora en la Universidad - hace pocos añitos...ja ja ja- que motivaba las clases de Historia contàndonos los amores de las grandes personalidades.
Nos encantaba. Recuerdo especialmente las clases relacionadas con Bolìvar y Josè Martì.

Zenia

http://imaginados.blogia.com

Yolanda Molina Pérez dijo...

¡Qué bueno saber que tienes tan buena memoria! aunque a mis recuerdos estudiantiles ya les va llegando el tiempo de volverse borrosos, sé que omití a muchos, pero son tantas las personas que contribuyen a educarnos e instruirnos en la vida, que hasta de un desconocido en un diálogo fortuito puedes apresar una enseñanza imperecedera.
espero que la actividad y los regalos para los profesores de Glenda no hayan hecho estragos económicos. Yolanda

Anónimo dijo...

Lo primero que se me viene a la mente , es mi profesor de matemáticas, Sr. Guillermo Diaz...excelente profesor, fue el único profesor que logró que las matemáticas entraran en mi cerebro...la pena fue grande cuando al comenzar el siguiente curso, él no estaba...nunca más lo volvi a ver...y nunca le pude decir lo buen profesor que fue para mi....

María José