Dicen que la cercanía de la convivencia termina formando similitudes y quizás ese sea el caso de Alejandro Robaina...
Se me antoja que cada huella de tiempo en esa faz es un surco o quizás ¿una nervadura de hoja de tabaco?, ¡quién sabe si son ambas!, lo cierto es que la vida de este anciano va desde el surco hasta el humo que exhala cada fumador cuando enciende su Habano, hecho con la excelencia de la hoja que se cultiva en su vega.
Afable, dulce, galante, digno, gallardo y humilde es un hombre admirado por los productores y por personalidades encumbradas en el mundo, pero nada perturba su serenidad, es ante todo un campesino apegado a su tierra, a su faena, patriarca de una familia hermosa, y algo de esa belleza vive en él, pues a sus 90 años, cumplidos este 24 de enero, preserva el encanto mágico de atraernos.
Conocer sus habilidades como productor, se puede con sólo encender un Robaina, pero al hombre hay que verlo en su entorno...
Cámara y edición: Pedro Paredes Hernández.
3 comentarios:
Uffff.......que hombre......que inteligente, gracias por compartirlo.
Un fuerte abrazo,
maría José
Yolanda, hace días que no se de ti....estas bien?...tu familia bien?....eso espero.
un abrazo
María José
Yolanda, me encantaron todas las entradas de Robaina, a lo mejor hago referencia en mi blog a lo de presumido.
Un abrazo.
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