martes, 8 de enero de 2008

El valor de la magia.

Los cubanos que actualmente frisan los treinta años de edad y aquellos que sobrepasan solo un poco los cuarenta alguna vez escuchamos a nuestros padres hablar de los Reyes Magos, historias encantadoras o amargas de acuerdo al poder adquisitivo de nuestros abuelos, pero salvo en muy pocos casos y guardados en mucho silencio, no crecimos en medio de esa tradición.
Sin embrago ahora cuando esa generación se ejercita en el difícil acto de la paternidad ha tenido un resurgir la celebración del seis de enero como Día de los Reyes Magos, que es una fecha con un origen místico pero que entre los cubanos se escapaba del margen religioso para ser conmemoración popular.
Claro que con el pragmatismo de los niños de hoy que antes de la edad preescolar ya saben de la existencia de dos monedas y de la diferencia adquisitiva entre ellas, es muy difícil hacerlos creer que vendrán montados en camellos, que deben poner hierba junto a sus cartas y que solo tres tendrán a su cargo la distribución de los regalos, nuestros pequeños en su inmensa mayoría saben que mamá y papá harán lo suyo por complacerlos, incluso que hasta tíos y abuelos ayudarán para tratar de arrancarles un verdadero rostro de asombro ante el milagro de un deseo cumplido.
Hay padres que no creen en la celebración pero se suman para que sus descendientes no sean la excepción del aula o del barrio, otros tratan en la medida de lo posible de salvar algo de la ingenuidad de sus hijos alimentando esta leyenda, pero ese no es el punto que me preocupa, sino lo complicado que es poder ser artífices de la magia que esperan nuestros hijos y es que los precios de los juguetes, son cada vez más privativos para la mayoría de los bolsillos de un pueblo que vive de sus salarios.
Las tiendas se abarrotan, los más baratos “vuelan”, se crea un desabastecimiento y quedan aquellos más caros, a los que no todos “pueden llegarle”, viene la frustración, la incomodidad, los revendedores y coleros hacen su “zafra” y no faltan los que “sudan sangre”, pero compran lo que no pueden o no deben permitirse sólo para no regresar a casa con las manos vacías y no ver la tristeza de una mirada infantil cuando una mañana la almohada sólo devuelve el frío de la sábana en un amanecer invernal, o a los pies del árbol de Navidad los Reyes olvidaron dejar algo.
Si es válida o no lo celebración es decisión de cada familia, pero el tema del precio de los juguetes si va constituyendo una problemática social, porque a lo largo del año, usted puede tener un millón de razones para querer obsequiar a sus pequeños con esos tesoros del divertimento infantil y sin embargo no es justo que necesite de un abultado número de billetes para poder hacerlo.
Me pregunto cuándo se comenzará a pensar en soluciones locales para la producción de juguetes, hermosas muñecas de trapo que sustituyan a las nada agraciadas Barbies, dónde están aquellos mágicos caballitos de madera sobre balancines o sobre ruedas, no hace falta maderas preciosas para su ejecución, se hace difícil hasta la adquisición de un papalote o de un trompo, por qué no emplear potencialidades de artesanos y facilitarle los medios para producir a escalas comerciales estos productos, no hay que esperar a inversiones capitales para recuperar la industria de la juguetería, localmente se puede ir creando un movimiento que satisfaga estas expectativas, similar a lo que ha hecho el INDER para suplir las carencias de implementos deportivos.
Las soluciones sobre el tema de los juguetes no excluyen una revisión sobre la política de precios de las cadenas recaudadoras de divisas, especialmente porque los niños siempre han constituido y constituyen una prioridad dentro de nuestra sociedad.
Con reyes o sin ellos, un seis de enero, o cualquier otro día del año, a los niños se les agiganta el alma cuando reciben en sus manos el más sencillo juguete, diversificar los modos de poder adquirirlos es una urgencia que no puede seguir quedando en el olvido, es el juego una de sus actividades fundamentales para el desarrollo pleno de sus capacidades físicas e intelectuales, no pasemos por alto bajo excusas económicas, la importancia de propiciarles instrumentos para el fomento de sus fantasías.
Esperemos que un breve período de tiempo estemos en mejores condiciones de ser magos eficaces a los ojos de nuestros hijos.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Mi querida Yolanda, aca en Chile no tenemos la tradición de los reyes magos, acá el día 24 de diciembre a las 24:00 hrs. llega el Viejito Pascuero ( Santa Claus, Papa Noel, pero nos pasa algo similar a lo que les ocurre a ustedes, por mantener la "tradición" la gente, en general se endeudan para cumplir las expectativas de los niños, en otras palabras hay un exceso de consumismo que es de asombrar, siendo Chile un país Católico se a perdido el valor y la razón de la navidad.....

saludos,

María José

Yolanda Molina Pérez dijo...

María José,no se puede hablar de una tradición cubana de la celebración de los Reyes Magos, no al menos en los últimos 45-50 años, pero en la última decena ha empezado a revitalizarse, más que el hálito de la leyenda es un pretexto para regalarles juguetes a nuestros niños, como dije en el trabajo muy pragmátcios por la características de nuestra sociedad, y tiene un sinfín de fechas dedicados a ellos a lo largo del año, el 2 de enero, el 4 de abril, el primero de junio, el tercer domingo de julio, por eso es que no comparto el oropel y el consumismo con el cual se quiere imponer esta fecha, yo la preferiría si sacar a flote la sorpresa de la infancia ante lo impredecible de la magia y no como marcador de los poderes adquisitivos de los padres que nada tiene que ver con el amor a esos pequeñines que nos cautivan un pedazo de corazón con cada sonrisa, un abrazo yolanda

viajeros dijo...

Hola, chicas!
La verdad es que este año ha sido especial para mi en lo referente a los Reyes.
En Pamplona, se celebra el "Olentzero", que es como se llama el Papa Noel vasco el 24 de diciembre. En estas fechas algunas familias hacen un "amigo invisible", con algún detalle.
Sin embargo la tradición de Reyes, es todo un acontecimiento, porque salen las carrozas en todos los pueblos, desde el más pequeño al mas grande con los Reyes, los pajes, y toda la comitiva ataviada para la ocasión.

Y aunque hay mucho consumismo, también hay mucha tradición, creo que depende de cada familia adecuar la tradición a la economía y viceversa.
Porque aunque ya Sabina lo dijo "los Reyes son los padres", hay que ver las caritas de los críos cuando llegan los Reyes, vamos un espectáculo digno de ver!

Yolanda , referente al caso cubano, tienes toda la razón, porque he visto más feliz a un niño usando un tupper como garaje, que a otro con una Barbi, que por cierto, son horrorosas!!
La imaginación al poder!!! que parece mentira!!

Yolanda Molina Pérez dijo...

Nada en materia de niños es sorprendente, mis hijas no me sacan de un asombro en otro y ya llevo casi nueve años de madre y 13de tía, son un encanto y los adultos deberíamos de preservar en lo posible esa capacidad de sorpresa que olvidamos en algún momento en la vida, los conflictos generacionales serían menos tensos.
Con reyes o sin ellos, lo valioso es la sonrisa de agradecimiento que se dibuja en sus rostros porque alguien divino o terrenal haya atendido un deseo de ellos.
Los comerciantes y fabricantes, debían lucrar menos con esa debilidad que sentimos por complacer a nuestros niños queridos, así comolos padres debemos de potenciar valores espirituales para no fomentar desde pequeños el apego al consumismo, que el valor del regalo sea que alguien se haya detenido al menos por un segundo a pensar cual es la mejor manera de hacerte feliz, ese pensamiento tiene que prevalecer más allá del valor del objeto en sí, que nuestros hijos agradezcan la intención por encima de todo, al menos es lo que trato de lograr en mis hijas.