domingo, 20 de enero de 2008

Mujer y Madre

No sé si en otras partes del mundo se usará la frase que voy a citar en el sentido peyorativo que le conceden los cubanos, pero aquí es de las peores que se puedan proferir contra una fémina “es más mujer que madre”…
Y yo me pregunto ¿hay alguna forma de llegar a la maternidad sin la primaria condición de mujer?, no, no la hay y esa sola razón bastaría para acallar a quiénes enjuician a las hembras que la maternidad no les corta las ganas de la feminidad plena a la que tiene derecho la mujer.
Negar que la procreación es una responsabilidad para toda la vida, sería inútil, o que pospone muchos planes personales y profesionales, especialmente en la primera etapa de nacidos nuestros hijos, que sus necesidades constituyen una orden inobjetable…
Si los lactas poco importa tu cansancio, tu sueño, tu hambre, tu sed; has de esperar a saciar su apetito, a limpiar sus heces, sus pipis y luego, sólo luego habrá un instante de pensar en ti, antes de que empiece la nueva ronda, pero eso lo sabemos todas y todos los que de alguna forma hemos estado cerca del nacimiento de un bebé.
Si quieres no perderte su primera sonrisa, su primer diente, que sean tuyas las primeras caricias, el trabajo se guarda en una gaveta y el espacio de la casa, entre cuna, coche, corral, lavadora y cocina se vuelve el Universo…
Nunca más habrá un sueño a pierna suelta, nunca más habrá una separación del hogar sin el temor de que tu ausencia cree un caos, nunca más olvidarás una hora de dar un medicamento o de llamar a casa para saber cómo están las cosas, nunca más invertirás una suma de dinero en darte un gusto que los excluya sin un poco de culpa, nunca más dejarás de quererlos todos los días un poco más aunque no sean lo que esperas, aunque defrauden tus esperanzas y anhelos, porque la madre encuentra las razones, no para justificar, pero sí para perdonar y seguir aguardando porque sus vástagos sean lo que soñó…
No me gusta la imagen empalagosa que se fabrica de la maternidad, a los hijos se les debe dar amor, protección, cuidados, pero también disciplina y mostrarse intolerante hacia lo mal hecho, sino ¿dónde aprenderán ellos la diferencia entre el bien y el mal, lo honesto y lo deshonesto, lo justo y lo injusto?
Mamá debe ser un severo juez, que no pase por alto nimiedades en las cuales se puedan esconder las semillas de las malas acciones, pero mamá tiene derecho a su vida y está dispuesta a darla por ellos, pero ojo no ha dejársela quitar.
Después que ellos están en nuestras existencias somos más capaces profesionalmente, luchamos por forjarles un porvenir, tal vez nos perdemos unos cuantos eventos, conferencias, viajes… pero somos básicamente las “fieras” que se comen al mundo en aras de crearles un espacio propio y una mejor vida.
Pero especialmente debemos de ocuparnos de enseñar a nuestros hijos a ser felices, y eso sólo se aprende si se vive rodeado de esa sensación, por eso las madres tiene la obligación de ser mujeres plenas en sus vidas de pareja, profesional, familiar y socialmente, si se lleva a cuestas un saco de frustraciones se hace muy difícil poder fingir en casa que todo anda bien.
Las mujeres tenemos la dicha de llevarlos en nuestro vientre, de sentirlos crecer y de traerlos al mundo con dolor, no como castigo, sino como bendición que magnifica el hecho de su tenencia, porque se valora más aquello que se consigue con esfuerzo.
Lamentablemente aún no hay sistemas, manuales, cartillas o instrucciones que hayan probado su total eficacia en la crianza y educación de los hijos, pero sí hay una certeza y es que el bien engendra el bien, el mal engendra el mal, así que vivamos en una buena obra a diario y podremos esperar que mañana ella nos rodee.

2 comentarios:

Animal de Fondo dijo...

Estupenda la entrada, pero es que me parece que todas me van a gustar porque seguramente compartimos algo en común.
Bueno, a propósito de este post tal vez sería interesante que contrastáramos como son las relaciones entre padres e hijos en Cuba y en España. A veces esas cosas revelan más sobre una sociedad que las que suelen analizarse. A mí me asombró en Cuba lo maravillosos que son los niños (y en esto te aseguro que no idealizo, tal vez en otras cosas sí, pero esto es real) en comparación con los españoles. Verdaderamente creo que es objetivo que hay un abismo.
Y otro contraste grande que tenemos es cómo se portan luego aquí esos niños cuando son mayores con sus padres. Mientras en Cuba yo he visto generalmente mucho amor por los padres ancianos, en España es todo lo contrario: los ancianos se siguen desviviendo por sus hijos, pero éstos suelen considerar a sus padres un estorbo, a menos que se pueda obtener algún dinero de ellos.
Tal vez te parezca duro, yo trato de ser imparcial pero, claro, no puedo evitar que sea la realidad vista a través de mis ojos. Por eso sería interesante que compartiéramos estas apreciaciones con otras personas, lo que no sé cómo podríamos hacerlo.
Un abrazo.

Yolanda Molina Pérez dijo...

Esmenota: creo que el tema de la familia es muy amplio y existen tantas aristas para abordarlo como el propio número de ellas.
En el caso de Cuba creo que las dificultades con la vivienda y la forzada convivencia de dos, tres y hasta cuatro generaciones bajo un mismo techo crea conflictos, pero también lazos afectivos.
En mi caso tengo la suerte de descender de una familia longeva por la línea materna, y desde que abrí los ojos vi a mis abuelos y padres ocupados por el cuidado de mis bisabuelos, (conocí a los cuatro maternos y uno paterno), hasta ya joven fui testigo de esos desvelos, añada que se nos inculcaba de manera continúa el respeto a los mayores; la única nalgada recibida por mi padre fue ante una respuesta ofensiva a su suegra.
Para los cubanos es además una solución “desalmada” los asilos para ancianos, cada clan debe ocuparse de cuidar a sus viejitos y existe toda una tradición social en cuanto a eso.
Mi hija de dos años en medio de su juego y su algarabía cuando visita a sus bisabuelos reclama de todos el silencio “porque abelo está durmiendo”, no importa que 10 segundos después ella misma cree el caos, pero creo que así va aprendiendo el respeto al espacio al que ellos tiene derecho.
Mis abuelos ya tiene 11 bisnietos, y los mayores van entrando en la adolescencia, y tendrán como recuerdos de su infancia que sus padres nos ocupamos de cuidar a nuestros ancestros, hoy por hoy recae sobre las nietas la mayor responsabilidad, pues los hijos ya están para ser cuidados y así se establece una cadena de experiencias aprendidas.
Más o menos sucede igual en todas las familias, claro que hay sus excepciones pero tenemos por suerte, programas sociales que protegen a estos menos favorecidos por el afecto de los de su sangre.
Me interesa el tema de un debate sobre el tema, por lo pronto dejo abierto este espacio para otros interesados, un abrazo Yolanda.