miércoles, 18 de febrero de 2009

Para conjurar la muerte.


Anoche una llamada tardía trajo la noticia: murió tía Nena, la hermana mayor de mi abuelo, era ella con la que menos roce teníamos, pues desde que nací vivía en La Habana, una o dos veces al año nos veíamos, como todos los integrantes de la familia Pérez alegre vital, con una hermosa cabellera blanca, nunca teñida pero si cuidadosamente cortada y peinada.
La muerte de ella me apena, no me sorprende como no sucede después de que alguien pasa los 90 años, pues los sabemos desde hace mucho pasados del tiempo vital que gozamos los humanos, lo que más me afecta de esta pérdida es su impacto sobre mis abuelos, hace apenas unas semanas falleció un hermano de mi abuela y sé que sacan cuentas nada alentadoras, mi egoísmo me hace desearlos junto a mí y me duele que se centren en una cuenta regresiva.
La salud de mi abuela me tiene hace unos cuantos días preocupada, ya precisa de un andador, su movilidad es casi nula y se limita sólo al interior de la casa, esa llamada inesperada me ha llenado de la zozobra de saber que en cualquier instante serán ellos, ha sido como si sentara la muerte en la sala de mi casa,o peor la he colgado en mi alma, yo también empiezo a hacer sumas y restas y me preocupa que el tiempo no me alcance para volver a verlos, para estar una vez más en su casa, hacerles su café matutino, cocinarles, darles la alegría de unos días con sus bisnietas.
Los sé ancianos y por ende más propensos al fin, pero desde anoche tengo la desesperanza de que su vitalidad se acaba, que el mito de la longevidad también caduca y le está llegando el tiempo de vencimiento a los patriarcas de mi clan, no es cuestión de pensamientos negativos o ser pájaro de mal agüero, es miedo a la muerte, su muerte,me percato de que la irreverencia con que aprendí de ellos a tratarla nos hace tal vez más vulnerables, pues no nos deja el consuelo de los rituales, en estos momentos trato de deshacerme de mi pesimismo y congoja, los vuelvo a traer a este espacio, porque hoy siento la necesidad de abrazarlos, decirles cuanto los quiero y retribuirles el consuelo que tantas veces me ofrecieron en la vida.
¿Qué se hace con un mar de nostalgia y la esperanza zozobrando en lo inevitable?

3 comentarios:

Joselu dijo...

Yo no conocí a ninguno de mis cuatro abuelos y desconozco en mi vida lo que pueden significar. Bueno lo sé porque mis hijas pueden disfrutar de los suyos, pero no lo tengo interiorizado. Supongo que es una carencia irremediable. Recibo tus sentimientos de zozobra respecto a los tuyos y veo tu percepción de esa vulnerabilidad y fragilidad a esas edades. Sin duda tienes razón en tus inquietudes. De ellos aprendiste muchas cosas incluida la irreverencia hacia la muerte. ¡Qué maravilla y qué afortunada has sido al tener una relación tan entrañable con ellos! No queda más opción que sentir ese miedo y abrazarles y darles cariño y decirles cuanto los quieres. Y ya es mucho. La foto es preciosa. Tu post es denso y comunica profundidad de sentimientos, alejada de la frenética actividad de intenet donde la velocidad se supone que es lo importante. Muy bello post.

Yolanda Molina Pérez dijo...

Muchas gracias, un abrazo

Julia Perez dijo...

Miedo a la muerte? todos tenemos que ir a esa nueva vida, que solo Dios es quien sabe a donde ira cada persona, pero solo el que siente miedo a ella, es por no saber donde va, ni porque la siente, porque quizas la falta de creer en Dios y en realidad no saber lo oculto y los misterios de la vida, o su final en la tierra, es la que horroriza a las personas que no tienen creencia, o dicen no tenerla, pero si se siente miedo, es porque se sabe que mas alla de la vida, puede que haya otra vida, la cual nadie a podido regresar a desifrar, solo asi es que se siente miedo a lo desconocido. Lo siento por sus abuelos y tios que se ven senores que si creen eb Dios..!! Julia