martes, 3 de marzo de 2009

El ojo ajeno.


Es frecuente que nos quejemos de la ciudad sucia, de los precios, de los salarios, de la negligencia, de la ineficacia, y lo hacemos siempre en tono de quien es víctima de otros y no tiene nada que ver con eso, pero en la sociedad cada individuo representa un ínfimo por ciento en cualquier cosa de la que se hable.
¿Cuántos pares de manos se necesitan para hacer pilas de basura en cualquier esquina de la ciudad? ¿Cuántos viven de ser intermediarios o son cómplices de actividades ilícitas a su alrededor? ¿Cuántos de los quejosos son ineficientes en sus puestos de trabajos por consiguiente improductivos y aspiran a un alto salario?
Es más fácil responsabilizar al estado de todo que asumir la cuota de responsabilidad individual, si en vez de creer que es asuntos de otros, nos percatáramos de que esa pequeña parcela nuestra que es la individualidad no se explota la máximo tal vez podríamos tener mayores aspiraciones.
Es cierto que hay cosas que el ciudadano común no puede modificar o accionar sobre ellas, pero son las menos la mayoría están a nuestro alcance y los cubanos necesitamos dejar el discurso y poner manos a la obra, no hay seres insignificantes o prescindibles en una sociedad, si cada quien no da lo mejor de sí, es imposible que alcancemos metas superiores.
Ahora que se han hecho tantos cambios en la dirección del país, el nivel de expectativas es muy alto, pero un Ministro no hace que funcione un sector, no lo logra si los directivos intermediarios, si los trabajadores que están en la base no tienen la voluntad para hacerlo.
Cada persona tiene consigo mismo la obligación de ser útil al conjunto en el que se integra, es fácil estar de panza y esperar que todo caiga del cielo, las gratuidades son muy buenas y es sencillo cuestionarlas cuando no se sabe el valor de lo que se posee.
Despilfarrar los recursos, hacer un uso irracional de ellos o ser mudos testigos de cómo estas cosas suceden nos convierte en partícipes de que los resultados no sean los esperados, la crisis económica que hoy vive el mundo no deja de marcar un impacto en esta isla y pretender vivir de espaldas a ello es tan infructífero como quedarnos de manos cruzadas, lo esencial es que seamos capaces de generar nuestra propia riqueza, de auto bastecernos en todo aquello que sea posible, trabajar arduamente en la sustitución de importaciones.
Los cubanos tenemos la suerte de aquí la crisis no se manifiesta en despidos masivos, en desamparados o centros cerrados, al contrario comparándonos con los años más duros del Período Especial mucho se han revitalizado los servicios y la dinámica de la economía, podría ser mucho más rápido el cambio si cada quien mirase en su propio ojo y no estuviese pendiente de la paja del ajeno.
Ocuparse de hacer lo suyo, centrarse en lo propio y no esperar a que todo nos lo den es mucho más sensato, por años nos hemos acostumbrado a los beneficios de una Revolución paternalista que en el afán de proteger los derechos y la calidad de vida de la población le ha faltado exigencia y rigor en potenciar la entrega individual al desarrollo social.
No porque no existan maneras de hacerlo, que esas son muchas, sino porque no limita de los beneficios a los que parasitan a la sombra de la ineficacia, la improductividad y la desidia.
No podemos seguir trazando parcelas, hay que juntarlas y cultivar el campo en su totalidad, asumir la responsabilidad de que sobre nuestros hombros va una parte de los sueños de este país y hacer la parte que nos toca.
Importante es enseñar a nuestros hijos que en su momento ellos deberán de hacerla, la continuidad de una nación depende de lo que sean capaces de crear los ciudadanos y de cómo lo entronicen en su descendencia, no son tiempos de culpas y remilgos, sino de unidad y empeño en cada jornada, que el futuro es hoy.

4 comentarios:

Joselu dijo...

Buen discurso político que apela a la responsabilidad y a la entrega colectiva. Sin embargo, por aquí sería impensable expresarse en esos términos. La mentalidad individualista que es connatural al sistema hace que cada individuo intente sacar el máximo beneficio personal. De la suma de esos egoísmos particulares ha de surgir el progreso económico. No es trabajando por la nación cuando se la salva, sino trabajando con ahínco por uno mismo. Lo segundo es consecuencia de esto. Esta es la filosofía del liberalismo, la de que la suma de egoísmos y ansias de enriquecimiento llevan a la prosperidad de todos. Aunque ahora me pregunto si en este periodo de crisis esto será igualmente válido. Paradójicamente en Cuba, que ya vivís en la crisis desde el periodo Especial, va a haber más ventajas en cuanto a cómo encararla. Hemos vivido muchas décadas con el viento de cola y ahora nos enfrentamos a algo desconocido y cuya profundidad ignoramos. Ojalá que tu mensaje llegue con eficacia a quienes son sus destinatarios. Elocuencia no le falta. Un cordial saludo.

Yolanda Molina Pérez dijo...

Joselu creo en la situación actual que vive el mundo el individualismo, el egoísmo y la envidia han sido los pilares sobre los cuales se ha sosotenido la irracionalidad, esperemos que el instinto de conservación, nos devuelva un poco de sensatez, porque estamos viendo que se van borrando todas las fronteras de clasificación y el mal no entiende de razas, clases sociales o instrucción, toca a todos en mayor o menor medida, claro los que están en la base llevan sobre sus hombros, el fardo más pesado, pero a los otros les está tocando lo suyo, así que esperemos que este mal traiga algo bueno y mejor, si es un rescate de los valores humanos más hermosos, un saludo

Anónimo dijo...

Amiga querida, como estas??.... la verdad es que e tenido poco tiempo para entrar en internet, pero en el primer tiempo libre entro para ver que haz escrito; un beso gigante para tri y vuestra familia, espero que todo esté bien... y sobre todo espero que sepas que siempre, día a d´8ia te llevo en mis pensamientos.

un beso y un fuerte abrazo para ti y tu bella familia.

maría José

Yolanda Molina Pérez dijo...

Gracias amiga por ese cariño, espero que tus cosas vayan bien, besos para tí y tus hijos, te escribo cuando regrese, un abrazo