sábado, 9 de mayo de 2009

Mi Luz.


Antes de que llegaras a mí, presumía de la delgadez extrema y me aferraba a una adolescencia estacionaria. Contigo mi cuerpo comenzó a anunciar la presencia de la mujer. Primero fueron las caderas y luego los senos, tomaron volúmenes de cuadros renacentistas. Finalmente el vientre.
Desde el inicio adiviné la causa de tus torpes y violentas caricias, sentía el placer de tu fuerza dentro de mí. Tus manos, pies y cabeza  explorando cada nuevo centímetro de mi cuerpo por conquistar. Haciéndote espacio para una estación. Despertarme literalmente sin aire, habías encontrado bríos para erguirte en la profundidad entrañable de la carne. La tuya dentro de la mía, dulce presión de una rigidez momentánea, la satisfacción de ceder y abrirme para ti.
La brusquedad y la violencia de los tanteos de invidente reclamando mi atención los sosegué con caricias y ternura. Con la entrega absoluta de mi voluntad a tus manos.
Renuncié a unos cuantos hábitos y pequeños placeres. A trasnochar con amigos mientras el humo de los cigarrillos y de algún café a deshora eran los únicos testigos de diálogos pretenciosos entre intelectuales venidos a menos y algunos hasta carentes de la gloria de la caída.
Comencé a alimentarme de la forma en que necesitabas comer. Mi ropa era la tuya, así tenías libertad de moverte y conocerme a tus anchas, incluso en público de modo imperceptible.
Dejé de ver el mundo con mi prisma y tomé el tuyo, no me importaba salir a la calle con la ilusión de vestirme de miradas, me hacías sentir bella. Ese afán de indigestar mis neuronas con conocimiento me abandonó, sólo procuraba tranquilidad y paz. El temor a quedarme atrás en mi profesión, a no alcanzar lo tanto tiempo anhelado, desapareció y lejos de embargarme la frustración me sentí más segura.
Renegaba de la vocación de servicio y me torné dócil, servil. Una queja me alarmaba y desesperaba no podía pensar en perderte. Hasta el momento de saber tu posesión y comenzar amarte no hubo nadie más importante que yo. Me suponía la encarnación del eje imaginario alrededor del cual giraba la insignificante Tierra. De pronto fui planeta, sin darme cuenta satélite, tu cuerpo mi órbita.
De los juegos de espiritualidad ideal, me quedaba el recuerdo de la inmadurez. Al verme contigo no sabía por qué desechaba el pasado y me aferraba a esa carne en movimiento, que al fin y al cabo parecía atacada de espasmos, pero cada contracción de tu cuerpo me regocijaba.
Mientras me enredaba en tu materia fabricaba con ella mi vida, me sentía mejor ser humano. Más noble estaba aprendiendo a sacrificarme por los demás. Menos egoísta, sabía ceder ante el deseo ajeno. Había buscado la pureza espiritual en el conocimiento y la encontraba por azar ene l amor.
La frase más cursi del mundo: te amo, alcanzó nuevas resonancias. Se podía amar sin límites. Raciocinio es instinto. Voluntad, deseo. Dejé de sentirme fatal por no ser inmortal. Las fantasías de fama y trascendencia se anularon. Tuve la certeza de la felicidad como estado terrenal y no halo de luz fantasmal, anunciado en destellos esporádicos. Era feliz.
No tardó en llegar el miedo, los humanos sabemos que eternidad es utopía y siempre sólo un antónimo ocioso del idioma. Tendrías que irte de mí y confieso sentí más miedo por ti que por mí. Podía incluso morirme, vivía en tu cuerpo, sin embargo separarnos era inevitable.
La desesperación de reclamos urgentes de atención confirmaban tu partida. En las noches llegó el insomnio y cada vez exigías más y más de la carne. Llegaste a causarme cansancio y dolor físico, pero no tenía le valor de negarte mis últimas fuerzas. Te preparabas para irte y seguí siendo tu cómplice.
Me enceré en casa a esperar tu decisión, me dirías: me voy. No me preocupaba mi sufrimiento con tal de que estuvieses bien. Las pocas veces que volví a aventurar mis pasos por el mundo, todos vaticinaban tu partida “tarde o temprano pasará” y me daban ánimos “todo saldrá bien”. Y yo dejaba mi pupila incrédula, rogando un milagro que cambiara nuestros destinos.
No tardé en saber lo improbable de esa fuerza divina capaz de retenerte, nuestras existencias tenían un solo punto de intersección y estaba llegando a su fin, después la ruta hacia lo desconocido y lo infinito.
Al menos sabía que en mi vida habría un antes y después de ti pero ¿si me abandonaba la fuerza? ¿Habría sido capaz de darte todo lo que necesitabas para desprenderte de mí? ¿Podría laguna vez volver a retenerte con esos hilos de aire, sangre, amor y vida? No, eso me aferraba a ti.
Tal vez mi tozudez te hizo detener tu marcha, quizás tenías miedo. A fin de cuentas yo asumí tu vida desde el principio.
No había escapatoria y como desde los inicios de comunicaste con mi carne. Tus forcejeos comenzaron a hacerme daño. A pesar del dolor me empeñaba en complacerte, pero tú cada vez más exigente, no cejabas, pedías más y más, me sentía desfallecer.
Lo increíble es que sólo me daba fuerzas para seguir en pie el afán por no decepcionarte, por cumplir hasta el último instante todos tus deseos, yo hallaría el valor, ahora mi súplica no era para permanecer como una unidad, apenas quería separarnos con el recuerdo de una unión agradable, que encontrases abrigo seguro y tierno en otros brazos alguien debía oír mi ruego.
No quería quedarme contigo en la calma, mejor tentábamos otros espacios, tal vez alguna fuerza externa nos ayudase a encontrar el camino. No faltaban los consejos, lo mejor es que todo sea rápido, finge más dolor y así todos te ayudarán, ¡como si eso compensase tu partida!. Acuéstate, así será más fácil, pero no soy de quienes se quedan impasibles, tú dependías tanto de mí que incluso para irte precisabas ayuda y te la di.
Eché a caminar, subí y bajé escaleras, no iba a ningún sitio, el único fin era sabiéndome más fuerte, dejarte fuera de competencia, pero diste una prueba de fidelidad inesperada, durante cuatro días resististe aquel ir y venir sin rumbo, corrías lo que yo, con el jaleo, el dolor y el cansancio, resististe las noches en vela, e incluso llegué a temer que si me dormía no te irías.
Ahí encontré un vigor que no sabía poseía, tú como siempre redescubriéndome, comenzaron los incrédulos a sospechar que aún no era tiempo de separarnos y cuando me convencí de que tampoco sola podía luchar por ti, fui en busca de ayuda, descubrí miradas recelosas, dudosas, sólo se me recomendó paciencia.
La tuve pero finalmente la perdí, tú dependías de que fuera osada en el campo de batalla y con la vergüenza de traicionarte, justo en la despedida fui a enseñarles mis entrañas, les permití que tocaran la que hasta ese momento había sido tu sagrada carne, pero tenías que irte,más tarde o más temprano alguien profanaría tu templo, era mejor que yo abriese la puerta.
Ya no hubo dudas, teníamos que separarnos, sentía una vez más la rigidez de tu cuerpo, ellos decían que luchabas por irte y yo sabía que querías quedarte. Era fuerte tu debatir, me estremecía de dolor, no hubo gritos, apenas un inevitable quejido, no iba a permitir que nos dominara la histeria, confiaba en ti.
Mi cuerpo una vez más obedecía tus mandatos, luego de una lucha de días te hiciste camino en mis entrañas, cedí ante lo inevitable y me plegué a tus deseos.
Una sensación de pérdida irreparable y a la vez la felicidad, ahora sé porque nuestros antepasados definieron el nacimiento como alumbramiento, naciste tú, hija mía y ya se hizo por siempre MI LUZ…

Nota: Hace aproximadamente unos diez años escribí este texto, que ahora publico tal y como aquel entonces, no porque lo crea impecablemente escrito (que no lo está) sino porque es fiel al estado anímico en que lo hice, hoy son dos las luces que hay en mi vida y aunque a veces su fulgor me enceguezca…¡SON UNA MARAVILLA!!!!!!!
Para quienes hemos tenido la suerte de tener vida en nuestras entrañas, sabemos que la maternidad es mucho más que la posibilidad biológica de regenerar la vida, que un día de homenaje es apenas un escaso pretexto de recordación, ante el inacabable mundo de la maternidad, pero si al menos 24 horas nos están dedicadas pues tomémonoslas en grande y tratemos de disfrutarlas de la mejor manera posible, que cada quien tiene su propia visión de la felicidad, que cada cual tenga el mejor de los días hecho justo a la medida de sus sueños, reciban los votos de buenaventura, dicha y prosperidad, llegue esta felicitación a todas las madres que anden por aquí o a las queridas por los que lean estas líneas.

8 comentarios:

Maykel dijo...

Te felicito.

Lindisima foto!
Que tengas un dia excelente, que te lo mereces...

Joselu dijo...

Hermoso mar de Cuba y bellísimos sentimientos. Suerte y buena andanza en los días venideros para ti y para tu familia. Me encantaría mojarme con esas olas y caminar por esa playa. Un abrazo.

Yolanda Molina Pérez dijo...

Maykel, gracias, está siendo un día excelente y espero que así termine, un abrazo ...
Joselu, esa playa se llama Bailén y es aquí en Pinar del Río, en lo personal no me gustan las playas de aquí prefiero como en otras tantas cosas las de Holguín, realmente tiene mejores arenas, las aguas más limpias y su fama es mayor, en especial la de Guardalavaca, donde está ubicado uno de los mayores polos turísticos del país, aún así tendrías muchas playas hermosas para recorrer aquí y arenas agradecidas en las que dejar tus huellas, esperemos que algún día sea, gracias por los buenos deseos, un abrazo...

Lola dijo...

Muy bonito, Yolanda el post. Bonito y tierno y lleno de recuerdos para mis cuatro alumbramiento hace millones de años. Te deseo, les deseo lo mejor del mundo Lola

Anónimo dijo...

Hermoso, amiga, un fuerte abrazo, y e vuelto, te extrañaba amiga.


María José

Yoel Rivero dijo...

Felicidades Yolanda, so solo por lo que escribes, sino por lo que sientes y tal vez un poco tarde pero por ese hermoso lugar que te dio la vida, el de madre. Felicidades

Yolanda Molina Pérez dijo...

Lola, creo que nuestros partos nunca quedan tan lejos, no he vivido lo que usted, pero me parece que el tiempo transcurrido entre sus nacimientos y la actualidad ha sido apenas un instante, un abrazo..
María José: Es bueno saberte de vuelta, espero que definitivamente y que vuelvas a tu blog, un abrazo para ti y tu familia.
Joel: Nunca es tarde para una madre,porque un día nada significa dentro de lo que implica serlo, por estos días la menor de mis hijas está enferma, nada grave, pero es suficiente para tenerme con los pelos de punta, y fuera de rutina, gracias, saludos

Joselu dijo...

He creado un wiki para hacerle un homenaje a Mario Benedetti. Me encantaría que te unieras y participaras poniendo tu voz a alguno de sus poemas. Está en HOMENAJE A MARIO BENEDETTI. Un abrazo. Por la poesía.