miércoles, 17 de junio de 2009

Recuperando el tiempo.

Si hace diez años alguien me hubiese dicho que carecer por unos pocos días de acceso a internet o de la computadora de casa, crearía un mini caos doméstico y profesional, me hubiese reído de buena gana, pero hoy es una verdad palpable, supongo que desde ahora seremos más rigurosos en cuanto a desconectar el módem por el riesgo de una descarga eléctrica, en un país donde las lluvias de verano, son generosas en esas relampagueantes centellas, enceguecedoras y devastadoras, espero que la tecnología no vuelva a "sacarme de circulación", especialmente porque cuando termino las labores de casa en cada jornada, la red es el medio para bajar el ritmo antes de ir a la cama.
Escribir en esta página es algo que me gusta hacer en la intimidad de mi hogar, cuando sé que a unos pocos metros mis hijas duermen, y reina el orden por las horas que preceden el amanecer, es ese un buen momento para una noctámbula a la que la televisión cada vez atrapa con menos frecuencia y este espacio y aquellos de los que soy habitual lectora me ofrecen la complacencia ideal para el recogimiento.
En estos días deseo que acabe el curso escolar, la tensión de los exámenes, los repasos, las horas de estudio, sin duda padezco más por las pruebas de un cuarto grado de primaria, que lo que recuerdo haber sufrido por las mías universitarias, julio y agosto serán para el descanso de la rutina, aunque en poco tiempo será mejor que lidiar con el barullo vacacional, por suerte mi ángel de la guarda, mi papá, anuncia su llegada a inicios del venidero mes y ese padrazo, mejor abuelo, resulta ser una especie de mayordomo, nana, masajista, entrenador, cocinero y sobre todo pilar y refugio de una hija que también necesita la mimen...
Ese señor a mi lado significa que mi tiempo alcanza mejor, así que no tomaré descanso en este período, al contrario seré más frecuente.
Saberlo cerca me proporciona una energía increíble, y cura la desgana...
Responder los correos atrasados y ponerme al tanto en lectura me llevará unos días, pero ya estoy en eso.

6 comentarios:

Carlos M. Perez dijo...

Bueno, entonces agradecimientos al senor Molina por su viaje a Pinar. Desde aqui estare siguiendote. Saludos

Animal de Fondo dijo...

Está preciosa esta entrada, Yolanda. En pocas palabras has conseguido hacernos patentes las bellezas sencillas de la vida. Los hijos durmiendo junto a uno y sanos. ¡Qué placer! Un ratito de descanso, un pensamiento hacia el abuelo, unas letras tecleadas para los amigos. Parece una pastoral, como las de los tiempos de Garcilaso. Hasta la tormenta me gustó, aunque te hiciera trizas el módem.
Un abrazo muy cordial.

Yolanda Molina Pérez dijo...

Carlos, ese señor, es una verdadera bendición, por suerte para mí forma parte de lo mejor que me ha tocado en la vida, (aunque mi madre enfurezca) no porque lo crea indigno de la posición que ocupa, sino porque nada lo amenaza, si algo proclamo a los cuatro vientos enmuy solariego lenguaje es que tengo el mejor padre del mundo "y lo echo a pelear en cualquier valla", que todo lo que apueste lo gano al seguro, realmente es un ser excepcional, y me hace mucho bien tenerlo cerca, creo que saca lo mejor de mí, es un placer tenerte por aquí, un abrazo

Yolanda Molina Pérez dijo...

Francisco, pienso que los humanos nos obsesionamos con la felicidad y con encontrarla porque la buscamos en lugares y cosas imposibles de encontrarla, si se valoraran más los pequeños detalles de la vida, habría menos ceños fruncidos, más sonrisas y más paz espiritual, me reconfortan detalles nimios, como compartir cada día la mesa en la comida, el cuento o la poesía a declamar antes de dormir, elaborar los alimentos de mi familia, los pequeños besos de llegada o partida y no me creo rara o algo por el estilo hay muchas personas que lo gozan igual, creo que lo que son pocas las que entienden que no hace falta mucho más, que el resto es efímero.
El dinero, imprescindible por cierto, sólo es el recurso para poder comprar la seguridad que propicia esos placeres, la vida es apenas el instante que vivimos, no hay certeza de futuros o mañanas, la muerte siempre acecha y la grandeza de cualquier ser humano no está en lo que hizo, conquistó o legó, sino en la manera en que fue capaz de aprehender el destello fugaz de su existencia.
Me gusta pensar que el día que no esté voy a ser recordada como una cosa buena, no exclusiva, solamente buena, aunque apenas sea un recuerdo en unas pocas mentes, eso bastará...
Un abrazo...

Yolanda Molina Pérez dijo...

Lola, no sé la razón que dificulta su acceso a esta página, de cualquier forma muchas gracias por sus buenos deseos, cariños Yolanda

Lola dijo...

Creo que ya puedo mandarte comentarios.
Te deseaba unas vacaciones felices con los tuyos y que tu padre te dure mucho tiempo pues las raices son las raices. Besos Lola