jueves, 20 de agosto de 2009

El que juzga,procede.


¡Oiga! ¡Oiga!, gritaba desesperado el portero, y yo lo oía pero no creía que fuera conmigo hasta que me tomó el brazo y señalando mi cartera me preguntó “¿trae un pasaporte ahí?”Le respondí negativamente y me dijo “entonces tiene que dejarla en el guarda bolsos”.
Por insólito que parezca eso es real y ocurrió al intentar entrar a la tienda La India aquí en la ciudad de Pinar del Río, me pregunto ¿desde cuándo el mero hecho de ser ciudadana cubana me incluye en el potencial delictivo? ¿Cuál fue el momento en que nacer en esta isla me convierte en una presunta ladrona? ¿No sabe acaso que al estar en un lugar público sin portar mi carné de identidad (que si estaba en el bolso) estoy violando mis deberes de ciudadana?
Ya sé que es norma generalizada prohibir la entrada a las tiendas que operan en divisas llevando bolsos, pero que así sea no significa que esté bien, que ya sea algo “establecido” y una norma nacional no le confiere la condición de correcto.
Si para evitar el delito es preciso molestar al cliente muy mal andan las gestiones de venta, pero no hacía falta este incidente para saber que mientras te enredas entre perchas y zapatos lo más frecuente es la indiferencia de los dependientes.
Y claro lo de hacer gestión de venta tampoco viene a colación porque asistimos a esta red en la mayoría de los casos urgidos de cubrir una necesidad y aunque insatisfechos terminamos comprando porque no hay alternativa.
Si en vez de comentar el último chisme de pasillo o los problemas personales se preocuparan por atender a los hipotéticos compradores no importara si llevas bolso o saco, no podrías robar y estoy haciéndoles el favor de presumir que un por ciento de los clientes lleven tan mala intención y eso ya es mucho decir, porque creo que este pueblo aprendió hace mucho que la pobreza pasa, la deshonra queda y eso lo dijo Martí.
Como si no fuera poco tener que lidiar los precios, la mala calidad de lo que compras, la falta de diversidad en las opciones, el mal trato y las faltas de garantía, a eso se suma un acto de desconfianza insultante.
Y hablando de insulto ¿quién habrá sido el primero que tuvo la “luminosa” idea de vender calzado suelto tirado en cestos para que cada quién juegue a encontrar la pareja? ¿Habrá sido el mismo (a) de prohibir la entrada a centros comerciales sin carteras?
Pero tal vez a “esa cabecita” le vale aquello de: “él que juzga procede” y por obra y gracia de su naturaleza nos atascó a todos una molesta regulación irrespetuosa y anti comercial.
El funcionamiento de las tiendas recaudadora de divisas ha sido cuestionado ampliamente en nuestro país, entendemos la necesidad de su existencia, pero no su ineficacia.
A ver si les va llegando el tiempo de que ajusten su funcionamiento, de que los proveedores se tomen en serie lo de la diversidad, que la existencia de diferentes cadenas se note además de en el logo identificativo de la tienda en la variedad de productos que se encuentren en ellas, que realmente compitan por ganar clientes y no sólo tener usuarios. Pero ¿no estaré pidiendo demasiado?

4 comentarios:

Jo Grass dijo...

Pues no, no estás pidiendo demasiado, solo que se respeten tus derechos, se te trate como persona y puedas exigir la misma eficiacia en el trabajo que la que muestras en el tuyo pero, lamentablemente y, a pesar de los grandes cambios ocurridos en tu bello país en los últimos tiempos, continúa ostentando el ranking de surrealismo absoluto y a tí, que lo sufres a diario, te toca lidiar con el abuso.

Bello, Pinar del Río. La foto con la que ilustras este post me recuerda también a Cienfuegos.
Un abrazo desde el mediterráneo español.

Lola dijo...

Creo que ya puedo ponerte comentarios y estoy encantada.
Haces muy rebien en contar lo bueno y lo malo de tu pais pues esa es la manera de ir arreglando el mundo. Un beso Lola

Yolanda Molina Pérez dijo...

Me fui en unas cortas vacaciones, de las que luego escribiré, ahora estoy cansada, sólo agradecerles sus comentarios, para irme a la cama, buenas noches...

Amparo dijo...

Yolanda, mientras leía tu artículo recordaba situaciones similares por las que he pasado o he visto. Es verdad, a los cubanos nos miran mal cuando entramos a una tienda, sin embargo, a los turistas los dejan entrar hasta con casas de campaña, y si pueden se la cargan mientras compran. Si hay cola, los empleados hacen maravillas por atenderlos, amén de los que estamos esperando hace rato porque nos cobren. Además, hay que esperar a que los dependientes terminen de conversar, o de llenar papeles, o... Resumen: maltrato a los clientes, cuestión que no sucedía cuando comenzaron las tiendas por divisas. Que tengas buanas vacaciones y sabes, tengo un enlace a tu blog desde el mío: Verbiclara.
Saludos desde Santa Clara