jueves, 3 de septiembre de 2009

Un día de trabajo.

Dentro del oficio de periodista es común hurgar en la vida de otros, buscar secretos o lados menos visibles con los cuales sazonar nuestras historias, no siempre es una tarea gratificante, a veces lo sabemos de antemano, otras nos sorprendemos ante el hallazgo, hoy fue uno de esos días en que sabía que al descorrer la cortina no sería agradable lo que quedaba por ver, aún así mi interés en el tema superó cualquier temor.
Más de una vez me sequé las lágrimas, tragué en seco o quedé en silencio porque temía desgarrar con la pregunta que saltaba, más de una vez sentí ese dolor físico ante la pena que te abruma y no sabes cómo manejar, vi llanto, oí de mucho dolor, fui testigo de amores no recompensados pero empecinados, robé algunas miradas, me traje en las manos unas escasas victorias y en las mejillas dos besos inolvidables, un montón de preguntas, unas pocas respuestas y la certeza de que apenas di el primer paso en este trabajo que hoy comencé, en el que pretendo acercarme a la vida, posibilidades y esperanzas de las tres decenas de niños autistas diagnosticados que viven en Pinar del Río.
Mientras conversaba con familiares y siquiatras, se acercó otra progenitora atraída por la presencia de la periodista, para ver si yo podía ayudarla, bastaba mirar la niña en sus brazos para saber que estaba enferma, Verónica, la madre me pedía que fuera su voz, ella una argentina residente en Córdova está en Cuba gracias a una cuñada que estudia en la Escuela Latinoamericana de Medicina y que hizo las coordinaciones precisas para que su pequeña fuera atendida aquí, con cuatro años de vida ha pasado en su país la mayor parte del tiempo corriendo de hospitales en hospitales sin encontrar un diagnóstico definitivo, deteriorándose de un modo ostensible.

No llegan a tres semanas su estancia en el hospital pediátrico Pepe Portilla de esta ciudad y al menos ya está más cerca de conocer los males de su hija, está claro que es una enfermedad genética, la niña que padece además una seria desnutrición tenía dificultades severas para alimentarse por el mal estado de las piezas bucales y en apenas 15 días lo que no había sido solucionado en años ya fue resuelto por el departamento de estomatología especial del policlínico adjunto al hospital.
Verónica insiste en agradecer el trato que recibe del personal médico, en resaltar la diferencia que establece la voluntad, en expresar su satisfacción por la calidad profesional de quienes están a cargo de la salud de su hija y aún cuando su verbo era optimista yo no lograba animarme mientras miraba el débil cuerpo de Chavesludmila, que lleva impreso la marca de la enfermedad.
Por la tarde al recoger a María Fernanda, mi hija menor en su círculo infantil, la sentí más efusiva en el abrazo y el beso de bienvenida, ¿ o tal vez yo lo disfruté más porque resonaban en mis oídos las palabras de Eylin la madre de Ale un niño autista de cinco años cuando me dijo “nunca me ha dado un beso”?
Regresé a casa y mi esposo se sorprendió cuando saqué de la cartera una botella de ron y un pomo de cola y pedí un trago con acuciante urgencia, hablamos de las historias del día, rebrotaron las lágrimas y entre tanto dolor eché de menos una fe que me permita dar gracias, por la salud, por la seguridad, por esas cosas comunes como el beso de mi pequeña o el abrazo de la mayor, ajusté mi prisma y hoy he visto mi vida desde una arista de fortuna que me hace hasta sentir culpable, me he cargado de nombres e historias que permanecerán más allá de la página impresa en la cual los haga periodismo, porque son existencias latentes que seguirán ahí después del instante en que ganen una plana, me asomé a experiencias que “hay que vivir esto para saber lo que es”, una ojeada de horas me ha dejado con el llanto a flor de piel, la incapacidad del sueño y una rabia enorme ante los “errores de la naturaleza”, pero siento entre todo eso una fuerza irrefrenable para desbrozar entuertos y ayudar a los que han sido recompensados con menos generosidad.

3 comentarios:

Animal de Fondo dijo...

Está soberbio tu artículo, Yolanda, y refleja muchísimas cosas emocionantes, desde la situación de la niña a tu botella de ron. Supongo que a veces me pongo pesado al mostrar mi admiración por vosotros sin tener demasiado en cuenta las desagradables contradicciones de la vida diaria. Pero es que hay escalas de valor y en este artículo nos muestras una de ellas, en la que estáis a años luz del resto del mundo. Ayer una amiga de mi mujer perdió su embarazo, muy deseado, por la indiferencia y la dejadez del médico privado que la "supervisaba", que, incluso siendo así, le cobró hasta el último céntimo hasta de la ya inevitable interrupción. Y esto en un país opulento. Hay escalas.
Un abrazo.

Lola dijo...

Me identifico con tus emociones, Yolanda. A veces no valoramos lo que tenemos y tenemos mucho.
Me alegro que la sanidad funcione tan bien en Cuba y deseo lo mejor para todos esos niños de los que hablas. Un besito Lola

Yolanda Molina Pérez dijo...

Francisco, como otras veces te digo, no somos ese cúmulo de perfecciones en las que tú nos idealizas, (que admites hacerlo aunque yo no lo considero una pesadez), sé de virtudes de esta tierra escasas en otras y también padecemos de imperfecciones, negligencia e incopetencia en cualquier sector de nuestra sociedad,la salud no es una excepción aunque es algo en lo que estamos muy por delante de países subdesarrollados e incluso de otros carentes del prefijo.
Las limitaciones económicas dejan su impacto en cualquier parte y aquí han sido muchas, las personas cambian bajo el influjo de las crisis, algunas para bien, otras para mal, el tema que ahora es moda en el mundo es cotidianidad hace dos décadas en esta isla, pero eso lo sabes, a lo que iba, algunas instalaciones hospitalarias han sido remozadas, otras aún esperan, una cifra nada despreciable de nuestros médicos están fuera de la isla en las llamadas misiones de colaboración médica, se han reestructurado consultas, sistemas y ajustado los mecanismos de trabajo, aún así se siente el impacto, es mucho más beneficiado en el orden económico quien está fuera de Cuba, que los que ejercen aquí.
Sin emabrgo aunque nos quejemos de su funcionamiento y de que ahora tal vez las colas en consulta sean más largas, sería deshonesto hablar de desamparo, existe como en cualquier parte el riesgo del error humano del que nadie está exento, pero especialmente somos afortunados de un sistema diseñado para la proteción del ciudadano, ya sea como paciente, trabajador o sólo un individuo, ese respaldo es la seguridad de que puede el hombre no obrar de la mejor manera en un caso individual, sin embargo el afectado tiene puertas en las que tocar, a eso añado el cáracter gratuito y la calidad profesional de los especialistas, a quienes no lo posean les puede parecer una maravilla, pero nosotros sabemos que lo es y aún así la cuestionamos en aras de que se perfeccione.
Verónica encontró en Cuba lo que no tuvo en Argentina, los cubanos queremos aún más y eso me parece tan natural, que puedo llegar a ser la voz acusatoria si de buscar constantes mejores se trata.
Lamento mucho lo de la amiga de tu esposa, opino (aún sin tener la experiencia personal) que es una de las vivencias más desagradables a las que nos exponemos las mujeres, un abrazo como siempre.

Lola: espero que te estés recuperando y cuidando de tu pie.
A veces necesitamos esas "curas de caballo" para poder seguir andando por la vida y hacerlo con más alegría, besos.