martes, 9 de marzo de 2010

Lo que no es culpa del bloqueo


Florentino Brito, que no Ariza, fue el mayor de una prole de 11 hermanos, nacido a finales de la segunda década del siglo pasado, en el seno de una familia humilde, tuvo como muchos en aquellos tiempos en Cuba una infancia difícil, junto a su padre compartía las fuertes labores del fomento de una plantación de café.
De hombre no conocía otra manera de ganarse la vida que no fuera el laboreo de la tierra y fundó su propia familia al amparo de este trabajo, en la zona oriental de la isla, en las serranías de Buey Arriba en un lugar conocido como Brazo Buey. Cuando ya pasaba los 60 años tuvo que ser sometido a una riesgosa operación de columna vertebral y el médico recomendó abandonar el lomerío en aras de una mejor recuperación.
Tino, que así le decían todos se resistía a vivir en la ciudad, una sobrina le ofreció un área de su patio para edificar una casa en una zona rural en las llanuras aledañas al río más grande Cuba, el Cauto, y allí se fue a vivir, cuando llegó aquel patio inmenso apenas contaba con unas cuantas matas de ciruela, anón, mango, y como fauna una docena de gallinas.
En pocos meses había cercado un área de 14 metros de largo por 12 de ancho, y en esa reducida superficie creaba su huerto, cultivaba lechugas durante todo el año, en cualquier época bastaba entrar para contar con condimentos frescos para un sofrito: ajíes, cebollinos, ajo multiplicador, perejil, su desvelo permitió a la familia comer melocotones cosechados en su patio, ampliar el diapasón de frutas a su alcance y la posibilidad de un jugo natural para combatir los rigores del clima.
Uvas, tamarindo, guanábana, naranjas, limones, fruta bombas se disputaban el espacio en el patio; mientras el corral de aves había incrementado su población en cantidad y variedad, patos, guanajos, guineos se unieron a gallos y gallinas.
Los cerdos tenían su refugio al final del patio, ubicado justo sobre una barranca, donde era más fácil situar la trampa para desechos sólidos y que los líquidos corrieran hasta ser absorbidos, numerosas árboles repoblaron esa ladera como protección y sombra.
Trabajaba con un amigo también sexagenario que tenía más tierras y así garantizaban el maíz para el consumo de los animales, pero también recorría los matorrales cercanos recolectando frutos y hojas silvestres para completar su dieta.
No faltaban los huevos, la carne, las frutas, ni los condimentos y todo eso se lograba en una extensión que no excedía la rosa de tierra, en un tiempo en el cual no se hablaba ni de patios productivos, ni cultivos protegidos, ni nada similar.El movimiento de agricultura urbana y suburbana surgirían mucho después en Cuba.
He recordado mucho a este hombre en estos días ante la novedad de la que se ha hecho eco la prensa cubana sobre el empleo de la “cardona” (planta espinosa similar a un cactus) como cerca, fue esa siempre la que él usaba para proteger sus cultivos y franquear los lugares del patio que fueran más accesibles a furtivos saqueadores.
Una de las cosas que este señor cuestionaba en sus charlas de portal mientras inhalaba el tabaco de su cachimba era como las nuevas generaciones de campesinos se burlaban de los conocimientos que a ellos les hicieron fructificar la tierra, como la tenencia en cuenta de los ciclos de la luna y el empleo de todos los medios naturales posibles para no depender de productos como abonos y piensos.
Los cubanos no acabamos de aprender de una vez y por todas que somos un país pobre, que nuestra mayor fuente de riqueza está en la capacidad que seamos capaces de tener para aprovechar e implementar sistemas eficientes a partir de los recursos que existen internamente.
Nuestros antepasados más recientes lo hicieron, pero a fuerza de gigantismo y tecnología mucho polvo ha cubierto esas enseñanzas, es tiempo de sacudirlas pero al hacerlo no mostrar la presunción de quien no se había enterado que existía el agua tibia.
Les debemos, salvar la sabiduría sobre la cual sustentaron el desarrollo agrícola de una isla que era reconocida por ello, hoy hemos perdido hasta la capacidad de cumplir con los más elementales requerimientos productivos que no dependan de un jugoso financiamiento y por cierto que esto no es culpa del bloqueo.
Es culpa nuestra que parecemos eternos adolescentes atrás de nuevas exploraciones dejando camino por vereda, y quedando siempre para luego la sistematización y generalización de experiencias valederas o desvirtuándolas de modo tal que ni se parezcan a la idea primigenia.
Tino era un tío abuelo, mi madre la sobrina que ofreció el solar en su patio, pero mis padres jamás pensaron en toda la riqueza que ese señor trajo a nuestra casa, no por lo que produjo sobre nuestro olvidado patio, sino por todo lo que aprendimos de él, por el afecto imperecedero con el cual nos conquistó y sobre todas las cosas porque en su figura de hombre corpulento, enfermo, aprendimos a admirar como nunca antes el esfuerzo y la sencillez del campesino, de ese que no mira para el cielo a esperar que la lluvia caiga, del que se dobla sobre el surco, con la certeza de que en cualquier tiempo, su empeño y sudor la harán fructificar en mayor o menor cuantía.

7 comentarios:

Lola dijo...

Olé por tu tío Tino!! Gente como él no se olvidará nunca. La experiencia de los mayores ya no se valora, Yolanda, y por eso era necesaria tu voz en un post tan bonito. Un beso Lola

Reinaldo Cedeño Pineda (EL POLEMISTA) dijo...

Tus letras son como los terrones del surco cuando llueven.Hacían falta DEsafortunadamente se cometió un error por largos años de alejarnos de la tierra. Eso se entendió como símbolo del progreso sin saber que era el tósigo, Hay por ahí más de uno que se burla del campo y de la gente que se dobla, generosa y sacrificada sobre los sembrados.Ojalá aprendamos la lección, la que a cada quien le toca. Recuerdo mis escuelas al campo y cuanto fertilizante se derrochaba por las guardarrayas, por ejemplo. Creo que al fin estamos despertando.

Yolanda Molina Pérez dijo...

Lola,no sé si por el privilegio de proceder de una familia longeva, o porque los mayores de mi familia han sido personas fáciles de querer, pero lo cierto es que en mi vida hay muchas herencias de ellos, desde frases frecuentes, hasta sentencias aprendidas y lo más importante son un hermoso recuerdo que siempre está a flor de piel, lamentablemente cada vez son menos los que sobreviven, hace apenas unos días dimos el adiós a uno de mis favoritos por su sentido del humor y ternura, he estado pensando en dedicarles entradas porque parte de lo que soy hoy, se lo debo a esos tíos abuelos.
Y personas como usted salvan la honrilla de los mayores que se dejan robar la voz, un beso..

Yolanda Molina Pérez dijo...

Cedeño, sería bueno despabilarnos de una vez y por todas, rodilla en tierra para que así sea, un abrazo...

Reinier Barrios Mesa dijo...

Urgida avanza la isla de hombres como esos... Muchos jóvenes vuelven a la tierra en el sitio donde vivo. Ahora estuve hablando con algunos de ellos y es imprsionante lo que estan haciendo por aqui con el marabú y l cria de cerdos, pero ya sabes ...mcuhos siguen esperando de los recursos que otros deben dar.... historias como las que cuentan son las que nos hacen falta. La nuevas resoluciones apuntan a un futuro que puedes ser distinto desde este pedazo de Cuba donde vivo. Aqui se apuesta por la leche y van lográndose cosas que me hacen pensar que se puede... pero hay que trabajar y eso nos toca... es cierto, hemos de mirar el surco más alla de las palabras y las frases de los discursos... Gracias Yolanda... otra vez muy interesante.

Joselu dijo...

Estoy muy preocupado por la situación en tu país. En la prensa aparecen noticias terribles sobre huelguistas de hambre que mueren y luego son acusados de delincuentes comunes, veo imágenes de las damas de blanco que son reprimidas por la policía o acosadas por grupos que las insultan. ¿Crees de verdad que estás recibiendo una información libre sobre lo que está pasando en tu propio país? Me recuerda tanto al final del franquismo que yo viví. También tenía sus fieles inquebrantables. Pero el mundo evoluciona. Y Cuba no tiene por qué se pobre. Tiene un potencial enorme, pero no puede haber un lenguaje que hable de traidores, contrarrevolucionaarios, gusanos, mercenarios a sueldo de Miami. Me gustaría que participaras en la encuesta que he colgado en mi blog. Cuba está perdiendo el tren del futuro, y no tiene por qué seguir siendo pobre ni abundante en jineteras. Te lo digo con todo el cariño del mundo. Espero que podamos abrir un diálogo. Un fuerte abrazo.

Rogelio Córdova dijo...

Yo aprendí a trabajar la tierra en Manzanillo, Granma,en una porción de la otrora tierra de Carlos Manuel de Céspedes. Me enseño un señor que hoy día es un vago que prefiere lavar carro en Panamá y venderse al mejor postor para disfrutar de lo que realmente no puede ni podrá disfrutar.