martes, 28 de febrero de 2012

Por cuenta propia, pero en la sociedad.

 
La instauración de la propiedad social fue quizás el más radical cambio que hizo la Revolución, además de los recursos naturales e industriales incluyó  toda actividad de los servicios y el comercio,  aunque supuestamente  somos  propietarios de cada bien, lo cierto es que a nivel individual esa toma de conciencia quedó desfasada.
Sentido de pertenencia, eficiencia, eficacia, aprovechamiento de la jornada laboral, calidad… conforman junto a otros muchos términos un conjunto de problemas que una y otra vez a lo largo de décadas han sido temas de análisis en reuniones, debates, trabajos periodísticos sin que realmente se logren generalizar como elementos positivos en la realidad.
En medio de la crisis económica de la década del 90 del pasado siglo,  tocaron fondo dichos indicadores, fue ese el contexto en que por primera vez aparece el cuentapropismo, nombre con que surge la propiedad privada dentro del modelo socialista cubano.
Como parte de la implementación de los lineamientos económicos del Sexto Congreso del Partido hay una reapertura para dicha actividad,  la estrategia es  liberar al Estado  de cargas y  acciones ineficientes que aportan poco y generan cuantiosos gastos, tanto por el aseguramiento de  insumos, como por concepto de pago salarial.
La nueva legislación oficializa varias actividades que venían realizándose de modo ilegal, ahí se insertan los gestores de pasaje, aunque popularmente se les conozca como “buquenques”,    ofrecen la peor cara de lo que el irrespeto y la falta de ética pueden hacer con esta nueva modalidad de empleo, la terminal provincial de la ciudad es el escenario en que operan y resulta sumamente ofensivo la forma en que acosan a cualquier transeúnte en busca de un presunto pasajero.
Más de una discusión subida de tono protagonizan a diario en defensa de “sus espacios”, creando situaciones de indisciplina social y una fea imagen pública para el sector, no son los únicos,  sería injusto poner sobre sus hombros toda la carga, pero  si el ejemplo más ilustrativo de como la falta de profesionalismo puede dar al traste con una buena idea.
Las nuevas medidas apuestan porque el cuentapropismo conquiste un espacio protagónico en la economía nacional,  en función de ello se  eliminan trabas burocráticas para la adquisición de patentes y otros permisos requeridos de acuerdo a la labor a realizar.
Mirada y esperanza de millares de cubanos acompañan esta oportunidad, pero no basta, algunos actuaron precipitadamente y la experiencia fracasó en pocos días, al espíritu emprendedor debe acompañarlo el conocimiento, no sólo de la actividad a desarrollar, sino de  contabilidad,  marketing  y la no menos importante política tributaria, ofrecer posibilidades de capacitación contribuirá a la formación de este sector emergente.
Rescatar el concepto del cliente como el rey de la economía,  lo más importante dentro de cualquier transacción comercial, es un requerimiento,  el irrespeto por esta figura y otros males acendrados en los servicios estatales  están siendo clonados hacia la propiedad privada.
Todavía es novedad la aparición del cuentapropismo,  mirarlo con ojo crítico puede  contribuir a que no crezca con  males de fondo,  deficiencias que acompañan el surgimiento es el pensamiento equivocado de  que   hacen un favor porque satisfacen  necesidades,  buscan en el  engaño, timo y estafa  incrementar ganancias.
La fuente de riqueza puede estar en el  rigor de las normas de elaboración para el expendio de alimentos,  respeto por  la calidad ,   garantías sobre  reparación o venta efectuada,  lamentablemente hoy no constituyen generalidad y los usuarios lo saben,  (que con esas prácticas será difícil que hagan clientes), muchos manifiestan que hay mala intención, inmoralidad, abuso y oportunismo, en especial al establecer el margen comercial amparados en la ley de oferta y demanda, la cual por sí sola requeriría un extenso análisis,  y que objetivamente no regula el mercado interno, signado por inestabilidades, carencias y acaparamientos.
Cuestionan qué resuelven estos servicios,  como no sea el mejoramiento económico de unos pocos a expensas de la mayoría, otros  celebran poder contar con mayor diversidad de oportunidades para solventar necesidades,  aunque  hay concordancia total en lo  costoso  que resulta acceder a cualquier servicio.
Los cuentapropistas  aseguran no poder abaratar costos sea cual sea el servicio o actividad que ejerzan ante la ausencia de un mercado mayorista, lo que encarece el concepto de gastos,  a eso añaden impuestos, pago de fuerza de trabajo cuando lo tienen y el propio precio de sus vidas para adquirir todo aquello que no producen o generan y que como tampoco es barato pues no podrían obtenerlo si bajan las tarifas.
En cada sitio hay un poco de razón y sin pretender poseer verdades absolutas hay que estar conscientes de que los hombres son el resultado de su tiempo rescatar el espíritu de comerciantes que en cierto momento distinguió al cubano no será cosa de un día, pero la mayoría desbarra sobre los malos tratos e ineficiencia ajenas, sin asumir el desafío de enmendar las propias.
La elegancia, el buen gusto, la excelencia deberían renacer junto al sentido de pertenencia, debe ser  inherente al cuentapropismo,  ya hay ejemplos en la ciudad, algunos retan desde ahora a las más encumbradas instituciones estatales  homólogas en la actividad, esos irán abriendo el camino hacia el  aporte ideal de  este conjunto de medidas,  esperemos que pronto puedan contar con mayores facilidades para la adquisición de  insumos  y  lo refrenden  en los precios de expendio, para que realmente llegue el beneficio hasta el quien vive del salario.
La ampliación del  espectro en el que pueden incursionar los cubanos de manera independiente, fue acogida con beneplácito y a la vez generó y genera  debate, pues no pocos cuestionan el porqué de restricciones a profesionales y ciertas actividades;  siempre que pueda establecerse la procedencia legal de los  bienes empleados no debería existir impedimenta  alguna, en muchos casos basta el conocimiento como recurso y sin embargo quien lo posee queda privado de usarlo en función del sustento  familiar, es el caso de maestros y economistas, por citar sólo dos especialidades limitadas de ejercer en esta modalidad.
Salvar el socialismo no es  slogans,  vivimos ajenos a males como la desprotección de la infancia, la inseguridad de servicios básicos como educación o salud y tal vez para muchos resulte “un teque”, “siempre  lo mismo”,  dirán otros, pero pensemos en nuestra prole abandonada  en la intemperie, a merced de la ley del más fuerte y veremos como el discurso baladí toma cercanía real y urgencia contribuir al progreso económico;  por cierto no llegará en los brazos de los que mueven el dominó a cualquier hora del día o los dejan cruzados sobre el pecho con mirada hipercrítica y ausencia de autocrítica.
La sociedad es la suma de individualidades, los cuentapropistas van formando un numeroso sector y sentir orgullo por lo que hacen es mucho más que abultar el fajo de billetes del cual ostentar, es brindar un servicio o un bien enriquecido por la calidad y la excelencia, el talento de un pueblo y la honestidad ancestral de la que presumían nuestros abuelos merecen un resurgir y que sea para bien.

2 comentarios:

Lola dijo...

Pues les deseo mucha suerte a esos autónomos cubanos. Aquí, en España, la crisis está haciendo estragos entre ellos y no paran de cerrar pequeños negocios que se abrieron con una gran ilusión.
Un abrazo Yolanda. Lola

Yolanda Molina Pérez dijo...

Lola tengo la esperanza de que el afán emprendedor del cubano rinda frutos y que se abra a nuevos espacios hay muchas personas talentosas y capacitadas dentro de esta isla que pueden hacer su aporte al desarrollo, pero quedan todavía muchas vallas por saltar, al menos ya empezó la carrera... besos