“A la niña le dio un golpe un carro”… esas fueron las
palabras que recuerdo haber escuchado cuando llegaron a traer la a noticia de que India, mi bebé
grande, mi nena “patilarga”, la tata de la casa, había sido atropellada en la calle, eran las
primeras horas del viernes seis de abril, salió
con una encomienda mía, en un mandado de rutina que cientos de veces
había hecho.
Todavía hoy me resisto a conocer detalles de cómo y qué
ocurrió no quiero saberlo, sólo sé que tuvo dos fracturas de cráneo, una
transversal en el muslo derecho, tibia y peroné en el izquierdo, además de una
quemadura por fricción de grado 1 en ese
miembro, presentó una otorragia significativa por el oído izquierdo, y otros
hematomas y contusiones de menor significado, mi nena permaneció por 12 días en
estado de estupor, en condición crítica, precisó una operación ortopédica para
la fractura de fémur, se somete a dolorosas curas por la quemadura, su cuerpo padece
cada día y con él cada fibra de mi cuerpo…está en casa, mucho más recuperada,
pero por dos meses continuará enfundada en un molesto traje de yeso que la
cubre desde las costillas hasta los pies…
La inutilidad de las palabras.
Debieran
estas líneas ser escritas por otra persona, pero a ella aún le falta lucidez y
entendimiento para hacerlo, hay cosas
que no deben ni pueden quedar pospuestas por tiempo indefinido, así que una vez
más, al amparo del derecho concedido por la maternidad tomo decisiones en nombre de mi hija y
trastoco mi voz en la suya.
Agradecidísima
es la forma superlativa que ofrece el idioma español para expresar gratitud y
hoy parece un vocablo insuficiente, como casi cualquier otro que intento
encontrar para poder llevar al lenguaje los sentimientos de las últimas
semanas, el tiempo en que el mundo de los míos cambio su
cauce en caos.
Atropellada
por un camión... como sucede con los accidentes el primer
paso es aceptar que nos sucedió, que es la carne de nuestra carne esa que yace
sobre una camilla, con pronóstico incierto…
La
trasladaron al hospital Abel Santamaría porque a pesar de la edad por el tamaño
fue considerada adulta por las primeras personas que la auxiliaron, hacia ellos el primer agradecimiento, han
estado pendientes y atentos cada día y
minuto, la prontitud de su accionar a la postre resultó definitivo, como el del
equipo de emergencias que la recibió esa nefasta mañana del seis de abril y
para quienes era una desconocida sin nombre pero paciente que recibió la
excelencia de los servicios médicos necesarios.
No
hay manera posible de describir lo que significa vivir hechos como estos, la
imaginación de los que afortunadamente carecen de la experiencia jamás podrá
tejer con hilos exactos la mezcla de incertidumbre, dolor, desesperación,
fuerza, esperanza y tanto más…
El
equipo médico de la sala de terapia intensiva del hospital pediátrico Pepe
Portilla ganó en mí una fan, a pesar del hijo que no contesta al teléfono en
casa o a las que pretenden salir de noche cuando mami está de guardia y lo
prohíbe, por citar algunas de las
situaciones que presencié, la atención está centrada en los pacientes, todos
requeridos de cuidados especiales que justifican la estancia en el local,
batallan a brazo partido con la muerte y tienen muchas victorias, no renuncian ni ante lo que se
avizora inevitable, la serenidad vive en ellos, tanto para el proceder
profesional, como para el manejo de la desesperación de los padres que no es
poca y a veces cruzamos líneas a las que ni siquiera deberíamos acercarnos,
pero las fronteras son tema desconocido cuando la vida de un hijo peligra.
Vi
el dolor por la pérdida irreparable, oí el llanto de otros y me ahogué en el
propio, tuve palabras de consuelo,
comprensión y minuciosas explicaciones a las que aferrarme para buscar en lo
inasible las energías precisas.
Fui
testigo de enfermeras que indicaban por teléfono como bajar la fiebre de la
hija mientras cuidaban a niños ajenos, escuché de sus problemas, familias,
alegrías, hubo aún en los peores momentos quienes encontraron la manera de
hacerme reír, mientras prestaban asistencia, también para todos ellos (mayoritariamente
ellas), el agradecimiento de los que recibimos de sus manos los medios
necesarios para mejorar cuerpo y mente de nuestra prole.
El
personal de servicio, los trabajadores del laboratorio y el banco de
sangre, los técnicos que se requieren y asisten con
prontitud, porque saben que en un instante pueden hacer la diferencia. No hago
menciones individuales porque creo que allí es el trabajo aunado el mayor
mérito
Personalmente
no encontraré manera de saldar la deuda con ortopédicos, en especial el Doctor
Juan Carlos Valle, los que le acompañaron en la cirugía, significación para la
faena de los anestesistas, el cuidadoso
trabajo dentro del salón quirúrgico y el posterior seguimiento pusieron ante
mis ojos el contraste entre esperanza y desaliento.
Neurocirujanos,
maxilofaciales, fisiatras, otorrino laringólogos, quemólogos, son
algunas de las especialidades requeridas,
todos ofrecieron y dan lo mejor de sí.
Arys
Fernández es un nombre familiar para varias generaciones de pinareños, un
neurocirujano retirado de la vida activa y al que amigos le pidieron
interesarse por nuestro caso, ese caballero de la medicina nos conquistó
con aciertos y buenas maneras, de por
vida, a sus pies.
La
solidaridad general de amigos, vecinos, compañeros de trabajo, maestros, alumnos, condiscípulos, y hasta
desconocidos ha sido un aliciente
invaluable, cada buen pensamiento, gesto queda recogido en la memoria. Nadie
quiere vivir estas experiencias, pero hacerlo y constatar que la generosidad
sigue viva ayuda.
Como
reconforta que en medio de la adversidad las manos se multipliquen y afianza la
creencia de que los cubanos tenemos una acentuada propensión a la generosidad,
adhesión y apoyo a los necesitados. Lamento no poder reinventar las palabras para
poder ir más allá de un pobre superlativo que no alcanza a bosquejar el
infinito agradecimiento a todos los que cerca o lejos nos acompañaron en el
dolor y las alegrías de la recuperación.
En
cualquiera de las maneras que fueron expresados los ruegos y votos por el
mejoramiento de nuestra niña les guardamos la misma gratitud. GRACIAS.
7 comentarios:
Yolanda:
No pensé que pudiera decir nada, porque temía utilizar la palabra imprecisa. pero ahora, que te has arrancado del pecho todas esas emociones, les envío el abrazo mayor del que puedo ser capaz.
Porque sé que lo sabes, pero no puedo dejar de decirlo ahora, en Holguín sufrimos tanto como ustedes y vivimos cada momento de incertidumbre, tristeza y alegría, pegados a los cristales desde donde estaba tu India junto a ti.
Ahora, adelante. No queda de otra. Y entre tanta tristeza, la alegría mayor es que poquito a poco están de vuelta.
Un beso enorme.
Yolanda, he estado al tanto de todo aunque no haya hablado personalmente. Desde Villa Calra te llego la fuerza y el aliento de esta coelga que te aprecia. Sé fuerte, eres fuerte. Un abrazo para ti y otro para India. Ya las llamaré. Osmaira González
Amigas, una de las cosas que ha hecho soportable este trance ha sido el apoyo incondicional de tantos, y creo que de alguna manera mi hija y yo recibimos toda esa energía positiva sobre nuestros cuerpos...
Todavía no intento abrirme el alma, sólo agradezco y es que me espanta la trepidación que pueda traer consigo esa apertura, tengo meses por delante en los que requiero cada partícula de fuerza, no puedo dejarme sacudir, a pesar de las manos que me sostienen, como las de mi familia y mi esposo, que no es el padre biológico de la niña, pero la ama como tal, ellos mismos se sorprenden de la ecuanimidad que he hecho gala, no imagino cómo, ni de dónde la obtuve, pero quiero retenerla por mucho tiempo, la recuperación será larga y dolorosa, no menos de dos intervenciones quirúrgicas están por venir y aunque el peligro de vida quedó atrás, la zozobra habita en mí…tenerla en casa es un alivio, pero es temporal, las próximas operaciones serán definitorias, aunque la primera debe ser ambulatoria, las reservas de su cuerpo marcarán la diferencia, apuesto por ella y la cuido para restablecerla con prontitud, mi nena está de vuelta…
Gracias una vez más
Tu nena está de vuelta.....
Me emociona leerte. Una madre, los sentimientos de madre son algo maravilloso.
Te llevo en el corazón, Yolanda. Lola
Lola, a veces creo que hasta ahora solo entendí lo que significa la maternidad, y me asuta tanto mirar atrás, como hacia delante, no sé si pueda seguir siendo la misma para ella y su hermana, si las fuerzas alcanzarán para todo lo que está por venir, temo quebrarme y fallarle, sufro el dolor de su cuerpo, las dudas, los miedos, y ahogo los míos con la esperanza de hacerlos desaparecer, pero no puedo evitar que pese a una recuperación que todos califican de asombrosa me domine el escalofrío de la desesperanza ¿estaré pasando algo por alto, no estaré dejándome llevar por el optimismo antes de tiempo...?
En fin amiga que todavía estoy en aguas turbulentas y agradezco mucho que un corazón tan sereno y avezado me lleve al menos un poco, creo que sólo el cariño de tantos que me lo han dado, como tú, desinteresadamente, con una generosidad ilimitada me ayuda a encontrar caminos donde sólo había abismos... besos....
Un abrazo muy fuerte, de corazón a corazón, Yolanda.
Gracias....
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