Debo
comenzar por aclarar que no soy seguidora del beisbol, al menos no como muchos
cubanos que durante todo el campeonato van sistemáticamente a los estadios, o no se pierden trasmisión
alguna de partido, conocen a los jugadores, llevan estadísticas y disfrutan o
sufren cada victoria o derrota de su equipo.
No obstante
puedo ver un juego de pelota, entenderlo, disfrutarlo y como buena y genuina
cubana, emitir juicios sobre lo que veo, porque no es baladí esa frase según la
cual todos los nacidos en esta isla llevamos un manager beisbolero dentro.
La Serie Nacional
culminó y Cuba tiene un nuevo campeón, Villa Clara, felicidades para los
vencedores, deseaba el triunfo para
ellos, aunque no sean la razón de estas
líneas.
Al ver los últimos
juegos y las conductas de Víctor Mesa Martínez , no puedo entender ¿cómo es posible que siga dirigiendo un equipo y más aún que tenga
patente de corso en la selección
nacional hasta el 2017?
En los
juegos semifinales, fue expulsado de un partido frente a Sancti Spíritus, no
obstante los propios narradores deportivos aseguraban que estaba dirigiendo
detrás del banco, si alguien tenía dudas, pudimos verlo cuando salió a abrazar
a su hijo después de la decisiva conexión que hizo, aunque las cámaras de televisión evitaron dejarlo en pantalla al percatarse de lo que significaba en ese momento tal violación y para colmo de irrespeto,
compareció en su condición de director a
la conferencia de prensa una vez concluido el juego, llevando incluso el
uniforme.
Realmente no
encuentro justificación alguna para que a Víctor Mesa se le permitan tales
desmanes ¿Por qué la Comisión Nacional de Beisbol no interviene? ¿Qué lo pone
por encima del bien y del mal para ofender a jugadores, árbitros y hasta
periodistas? Por las propias declaraciones hechas por él, no tenemos duda de
que se tiene a sí mismo en una alta estima, pero ya es demasiada, ni es un show
man, ni nada parecido, califica como un maleducado, arrogante, prepotente y
engreído.
Mientras las
autoridades del beisbol sigan haciéndose los de la vista gorda con sus
malacrianzas, no será posible ponerle coto, ¿Por qué en la premiación del
equipo Villa Clara no hubo los tradicionales saludos entre los dos equipos? ¿No
merecía la afición y en especial René, (quien los premió
) el respeto de un entrega ceremoniosa y
de lujo?
Algunos
creen saber que pasó, en lo personal, desde el 2002 ya Víctor no era como
decimos santo de mi devoción, en ese año Holguín fue campeón y desde aquel
entonces sus actitudes antideportivas, la poca receptividad ante la derrota,
sus perretas fuera de tono y groserías opacaron todo el brillo del jugador
activo, retiró a su colectivo cuando perdieron el último partido, e incluso
violando las normas de seguridad establecidas viajaron de noche por carretera, y
la gran pregunta es ¿cómo sigue dirigiendo?
¿Puede desde
posiciones de impunidad, prepotencia y desprecio por las regulaciones de un
deporte un director infundir respeto a un colectivo? ¿Nadie le ha dicho que
está muy pasadito de años como para seguir siendo “un impulsivo”? ¿Sabrá acaso
que es sólo uno más entre los tantos peloteros excepcionales que ha dado este país?
Los
defensores sacan cuentas por el ascenso
de Matanzas, pero (y con el perdón de los yumurinos) ¿Vale la pena soportar
tanta falta de ética, dañar el espectáculo que es la Serie Nacional y peor aún
crear una imagen de que alguien puede estar por encima de las legislaciones? ¿Es
ese el precedente que deseamos crear dentro del movimiento deportivo cubano?
¿Cuándo las normas disciplinarias serán aplicadas a todos por igual?
No hay
trofeo o triunfo que pueda resarcir el daño que ese individuo está haciendo a
nuestro deporte nacional y ¿por qué designado cuatro años manager del equipo
Cuba? ¿Tendrá el retiro de Machado algo que ver con la imposibilidad de
alcanzar ese puesto a pesar de cualquier resultado que obtenga en la base? He
oído a seguidores darlo por cierto, aunque en Cuba todo el mundo sabe todo de
la pelota.
¿Por qué en
partidos internacionales no pierde la compostura? Evidentemente este sujeto,
juega y abusa del respeto que merecidamente le tributó el pueblo por su
desempeño como jugador, pero esas son aguas pasadas, y serán justamente
recordadas, hoy es un reclamo popular que sobre él caiga con rigor el peso de
la disciplina.
Para los que
no le dan la importancia que requiere, recuerden que una papa podrida perjudica
la integridad del saco, qué serán en dos o tres temporadas los juegos de pelota
¿una pelea solariega o una sucesión de reverencias al intocable Víctor?
Según
expertos en comunicación recurrir a la violencia y la ofensa en una confrontación
es una evidencia de falta de argumentos y razón, ¡pobre Víctor! Aunque lo peor
es que desde sus agresiones está erigiéndose como un autócrata del deporte, y
desde la posición de poder que le han concedido con la dirección del equipo
Cuba, es peligroso que nadie le haga frente, y más aún que las autoridades
competentes tomen la callada por respuesta. En un país que está llamando al enfrentamiento
las ilegalidades y la corrupción, Víctor Mesa Martínez pide a gritos que lo detengan.
3 comentarios:
Estoy de acuerdo con usted. Defendemos o defendemos los valores y la decencia en este país?
No sabía que las cosas eran así tan graves. Gracias por tu comentario tan esclarecedor.
Creo que ahora le han dado un papel de inmunidad. Jamás se había visto eso en la pelota cubana, mentor hasta 2018 me parece. Por Dios, ¿hasta cuándo es cierto? ¿Hasta cuándo? Valiente tu post Yolanda. Enhorabuena.
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