miércoles, 15 de octubre de 2014

Mujer con sombrero



El 15 de octubre es el Día Internacional de la Mujer Rural, jornada dedicada a ellas por el aporte que hacen a la producción de alimentos y el sostén de la familia. La integración femenina es primordial para la seguridad aliemntaria y la erradicación de la pobreza, que también tienen sus jornadas mundiales los días 16 y 17 del presente.


“Yo nací como quien dice en una hoja de tabaco, cuando estaba chiquitica mi papá ponía una tablita en la cosechadora y ahí me sentaba”, confiesa orgullosa Justina de la Caridad Domínguez Hernández.
A sus 43 años reconoce la pasión por el trabajo agrícola, “esto es lo que he hecho toda la vida, primero en la vega de mi papá y después en la de mi marido,  antes ya ensartaba pero quería ser independiente y cuando desintegraron la CPA Emeterio Diego pedí tierras.” Actualmente es miembro de la CCS Celestino Pacheco.

 
 Maximina es su  vaca preferida y  literalmente come de su mano
Esposa, madre de dos hijos y abuela de una niña de cinco años recuerda que soñó con ser veterinaria, “pero me enamoré y no estudié, yo crecí aquí” –en Marcos Vázquez, barrio de Briones Montoto-  la mamá y el papá de Justina también son propietarios de tierra, productores tabacaleros con quienes aprendió el secreto de la hoja, pero fue con la  bisabuela que entró en contacto con el ganado, ahí descubrió el gusto por los caballos y reses, esa atracción hoy la hace una criadora excepcional.

Justina tiene 72 cabezas de ganado en un área de 15 hectáreas, el compromiso de entrega de leche para la industria este año era de 16 000 litros y al cierre de agosto alcanzó la cifra de 21 700, al preguntarle las razones para un plan por debajo de las potencialidades declara: “no me gusta quedar mal y si pongo una cifra mayor,  después una vaca malpare, se muere un ternero o pasa cualquier otra cosa,  incumplo mi palabra. No importa el plan porque aquí toda la leche va directo a la industria,  eso lo sabe todo el mundo”.
“Este ganado es mi vida, no escatimo nada para los animales, ahí tengo una gaveta llena de medicamentos que lo traen a la cooperativa y los compro aunque en ese momento no los necesite, pero los tengo para cuidarles la salud y resolver cualquier problema, también siembro mucho pasto para asegurar la alimentación, ya me está haciendo falta más tierra”
El ternero más mimado de los 18 de la finca El Rocío es justamente uno que fue herido por un toro, la atención esmerada garantizó que sobreviviera a un embiste poderoso.
 Justina además de productora de leche y tabaco, cultiva frijoles y para el próximo año contrató sorgo y maíz. No la asusta el trabajo y tiene muy claro sus prioridades “Primero que todo soy mujer y femenina, pero lo mismo enlazo una res, un caballo, que enyugo una yunta, o cojo la araña y voy donde haga falta, también soy muy buena jinete, las carreras de caballo son mi deporte favorito; Dios me dio esta gracia de poder hacer esas cosas y más,  porque corto caña o cualquier cosa”.
No le teme al trabajo,  es propietaria y obrera  para todo el laboreo de la finca.

De las tareas  de la casa disfruta cocinar y lavar, no deja que nadie la ayude con esas faenas, en la zafra tabacalera cocina para todos los trabajadores de su plantación  y la del esposo,  también lava la ropa de aquellos que se alojan allí.
Los hijos laboran con ella  el mayor con 27 años en la vega y el menor de 17 en la vaquería, la próxima partida de este último al Servicio Militar le preocupa, pues por increíble que parezca todo ese sistema productivo lo sostienen la familia y dos obreros.
Sobre dificultades para abrirse camino en una tarea fundamentalmente de hombres, recuerda la negativa a entregarle las tierras hoy dedicadas  a la ganadería: “Fueron dos años de lucha, tuve que ir a todas partes, al Partido Municipal, al Provincial, al Gobierno,  la FMC, pero siempre me decían: no, días enteros viendo a este o aquel y en Cítricos Troncoso, no y no; sufrí mucho porque en ocasiones hasta me humillaron, tomé esta tierra y empecé a producir, me multaron y está bien, respondí por lo que hice mal, finalmente todo se resolvió y tan amigos como antes, porque ese fue un problema de trabajo, así lo veo yo”
Sin embargo en la cooperativa nunca fue cuestionada, y aclara: “Aquí saben cómo soy, me gusta hablar claro y voy de frente, cumplo con lo que digo, le pongo fuerza de voluntad y empeño a lo que hago, sino las cosas no salen bien”
Preocupaciones expresa relacionadas con el pago de la leche: “Le subieron el precio al tabaco, los frijoles que  son cultivos por campaña;  la ganadería es todos los días, yo no tengo fiestas, vacaciones ni descanso, si le aumentan hubiera más optimismo, para los que están atrás, cogen más embullo”
La finca El Rocío es un ejemplo a imitar en cuanto a entrega de leche a la industria, una de las prioridades de la agricultura cubana para sustituir importaciones.
El rigor físico y permanente que demandan las diferentes labores abre una interrogante, ¿y el futuro?
“No sé, mis hijos no son como yo, de empuje;  tengo un hermano y una hermana y mi papá decía que yo tenía que haber sido varón por esa fuerza emprendedora, pero a veces con  tantos dolores me cuesta levantarme de la cama, pero mientras esté aquí, habrá  finca El Rocío, aunque vaya  con 90 años y el bastón hasta la vaquería”
Esta mujer de estirpe campesina no puede disimular el amor por lo que hace, tampoco lo intenta, ni el orgullo de ser reconocida por ello, no teme reconocer la dicha de triunfar y siempre tiene la mirada puesta en metas superiores.

1 comentario:

Animal de Fondo dijo...

Gracias por contarlo, Yolanda.
Abrazos a millares.