lunes, 22 de octubre de 2007

Estirpe de hombres libres

Por Yolanda Molina Pérez.

El 31 de julio del pasado año, los cubanos quedamos sorprendidos se nos anunciaba que Fidel estaba enfermo de pronto su dimensión humana se nos clavó como una pesada espina en el alma, hubo horas, días de incertidumbre y desasosiego, pero nunca de indisciplina, jamás de desesperación…
Más de uno sumó los detalles extraídos del comunicado y fue en busca de un galeno amigo que conjeturara sobre la posible evolución, nació una decisión espontánea, popular, aún en pleno verano los cubanos no estábamos de ánimo para carnavales y se suspendieron los festejos, no se trataba de luto, sino de auténtica preocupación por la salud de un hombre cuya familia no se limita a los lazos de sangre, sino a la hermandad nacida de la comunión de ideales.
Era el pesar multitudinario de los pupilos por el estado de su mentor, los hijos para los cuales nunca es tiempo de decir adiós a su padre, pero especialmente todos empeñados en mantenernos fieles a la enseñanza, buscar reservas de fuerza y ecuanimidad para mantenernos a la altura de lo aprendido y poder continuar la vida sin sentir vergüenza de su ejemplo.
Para los enemigos era un canto de sirena, una vez más hubo en el norte recogida de maletas, comenzaron con su acostumbrada irreverencia y falta de sentido común a hacer de la muerte un pilar para su castillo de papel.
Esperaron en vano, ante la fuerza de sus amenazas se intensificó la preparación para la defensa, así en estos meses millones de cubanos dedicaron su tiempo a prepararse para una posible contienda, no se paralizó ningún programa de la Revolución, hubo transferencias de poder pero no cambios de estrategias o actitudes.
Hemos estado atentos a cada alentadora noticia, expectantes ante cada imagen o palabra que nos devuelva su habitual presencia, no le han faltado en medio de la recuperación las muestras de afecto de su pueblo, ese cariño diáfano que rehuye la histeria y los excesos.
Por este tiempo ha estado más cerca de todos nosotros, con mayor frecuencia ha sido tema de conversación, ahora como nunca se entronizó su presencia en la familia cubana, creció su magisterio y si era posible se multiplicó su figura legendaria.
Fidel se recupera, esa noticia nos ha ido llegando poco a poco, pero ya la sabemos y conociendo la naturaleza de los cubanos no nos ha escamoteado las maneras de saberlo con seguridad.
Su repentina enfermedad fue un escollo que una vez más supimos saltar, esta vez fue madre natura quien quiso hacernos una mala pasada, y ni siquiera ella pudo alterar el paso sereno con el cual aquí se trabaja a diario en aras de hacer las utopías realidades.
Los que están un poco más cerca del Polo Norte ya deshacen maletas y re archivan propiedades, con tantas veces y no aprenden, nosotros un poco más al sur cuando alguien frustra esperanzas desmedidas decimos “se cogió… con la puerta” y ellos nuevamente se lo cogieron.
Este pueblo reconoce en Fidel a su líder indiscutible, porque nos sentimos ufanos del destino que su genialidad trazó para nosotros, le seguimos sin sometimientos o miedos, lo hacemos con la libertad de una elección hecha por principios y convicción, ese espíritu vivirá en esta nación más allá de su figura, como vive el ideario martiano y el de muchos otros pensadores, luchadores sobre cuya sangre crece hoy una eterna estirpe de hombres libres.

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