lunes, 22 de octubre de 2007

Pasajes para el Mundo de Oz

En su peregrinar por el mundo de Oz, Dorita se hace acompañar, por un espantapájaros, un hombre de hojalata y un león que van en busca de pedirle al mago, cerebro, corazón y valor; determinadas conductas que van ganando espacio en nuestra sociedad, nos dicen que algunos de nuestros semejantes deberían sumarse a su aventura para encontrar los suyos.
Si a un vecino suyo no le importa la presencia de un bebé o un anciano enfermo a sólo unos metros de su casa para cualquier día de la semana poner música a decibeles incontables hasta altas horas de la noche es como para pensar que a ese le falta corazón o cerebro.
De igual carencia podemos sospechar ante quienes tornan sus carros o bici taxis en discotecas ambulantes, otro tanto sucede con aquellos Casasola que creen nunca precisarán del prójimo y se cierran tras sus puertas olvidando tender la mano en auxilio del desvalido; de estos existe una peor variante que son los que reclaman ser servidos cada vez que lo soliciten, pero olvidan corresponder ante un requerimiento ajeno.
De actos de desamor, sandez y cobardía podríamos poner muchos ejemplos, los que se escudan en indolencia, ostentación y agresividad para opacar a los ojos de otros su menguada autoestima merecen el desprecio de sus semejantes, porque con sus conductas transgreden de forma permanente las más elementales normas de convivencia en sociedad.
La educación no es sólo la suma de títulos universitarios y grados científicos, es la manera correcta de ser con los demás un poco de respeto y consideración hacia el resto de los humanos no nos minimiza sino agiganta.
Si este pueblo alberga la pretensión de ser el más culto del mundo precisa de rescatar los valores heredados de nuestros abuelos de una educación formal fundada sobre la no intromisión en el espacio de los otros, ya no hay comedimiento ante el sueño ajeno o la privacidad hogareña, ser desenfadados no es la excusa para la grosería.
Nos urge que esos descerebrados, cobardes y falta de corazón saquen boleto hacia el mundo de Oz y aprendan el valor de la amistad, la humildad y el trabajo en equipo, para que ellos también pongan su grano de arena en el afán colectivo de ser una sociedad paradigmática en cuanto al cultivo de las virtudes humanas.
Acabar con los espantapájaros, hombrecillos de hojalata y leones que caminan por nuestras calles, nos pondría más cerca de la posibilidad de hacer realidad la meta del hombre nuevo.
Pidámosle a dorita que los lleve consigo, pero en tanto ella venga a buscarlos optemos por hacerles frente, que la tolerancia pasiva ante tantos desmanes es la razón fundamental por la que se han multiplicado inexplicablemente en nuestro entorno.,

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