No conozco a nadie que tenga la certeza de a quien agradecer el hecho de existir, todos venimos de nuestros padres ya seamos fruto de la planificación o el accidente, pero yo estoy aquí por el expreso deseo de una tercera persona a la que ellos quisieron complacer, ese ser cumple el próximo primero de mayo 41 años de edad (y después de poner esa cifra creo que mi vida corre serio peligro aún cuando se la deba a ella)
Mi hermana quiso tener una hermanita y por obra y gracia fue complacida hasta en el sexo, claro que no fue un buen regalo al principio, pues nací algo "pasadita de tiempo" y eso se notaba físicamente, boberías: cianótica, inflamada, para colmo lloré mucho y quedé ronca lo que convirtió mi llanto en los primeros días en una cosa similar a un maullido, para más parecido con los felinos abrí los ojos a los siete días y lejos de encontrar unas hermosas pupilas vieron hematomas en ellos, creo que no es de asombrase de que una niña de siete años sintiera miedo de aquel bulto que ponían en la cuna, su madre amamantaba y la hacían creer que era lo que ella deseaba. Hasta el amor de madre supo que no era precisamente una belleza y mi primera foto es de un mes de nacida, cuando consideraron que estaba apta para mostrar en público y yo no la reproduzco aquí para no caer después de tantos años en el vergonzoso hecho de desmentir a mi madre.
No puedo decir que en mis primeros años haya disfrutado de una dulce hermana mayor que me consintiera, al contrario me tomaba el pelo y me hacía víctima de sus jugarretas, como quejarse de un fuerte dolor que sólo se curaba con un refresco alcanzado por mí, sus primeros pininos en la peluquería los hizo con mis muñecas y en mi propia cabellera que la decoloró cuando apenas yo tenía 10 años...podría hacer peores historias, pero sólo una familia que considera el humor negro como un patrimonio divino puede reírse de ellas, para otros pondría en duda el equilibrio mental del clan del cual procedo.
Sin embargo al pasar los años, he tenido no sólo a una dulce hermana mayor, sino la mejor hermana mayor, somos diferentes hasta el asombro, pero tolerantes hasta el mismo límite, no importa si aprobamos o no lo que la otra hace, de cualquier forma estaremos ahí cuando llegue el desenlace sea el esperado o no.
Mi hermana y mi padre, mis pilares espirituales.
Es una tía maravillosa, a la que mis hijas adoran aún a pesar de la distancia, es confidente, es amiga, es látigo (y de los peores)... es ella con sus arranques de ira (un bien de familia), sus frases sentenciosas, humorísticas, su inteligencia y cultura que siempre anda escondiendo como si sintiera vergüenza de ser más avezada que otros en algunas materias, me dejó el pesado legado de una dislalia que adquirí por imitación y se ha convertido en un sello en nuestras voces, me impregnó de esa voracidad por la lectura, de la intención y acción de ocuparse de otros,...
Claro no todo lo que se propuso lo logró: desistió de convertirme en presumida, de enseñarme a vestir con la gracia y el tino que ella lo hace, pero cuando me tiene cerca no pierde ocasión de experimentar y entrarme por el aro de sus cánones estéticos.
Mi hermana y yo pensamos diferente sobre un montón de cosas, vemos la vida desde prismas diferentes, pero eso no nos ha impedido caminar juntas sin que disputa alguna rompa el paso, tengo la certeza de que ella está ahí a cualquier hora, en cualquier circunstancia y eso me ofrece una confianza que no me atrevo a calificar, sólo que es lo que deseo que mis hijas sientan entre ellas cuando vayan de adultas por la vida...
No hacían faltas tantas explicaciones, pero he querido darlas para quienes se asombren de encontrar en esta página una entrada sólo para desearle a mi hermana un cumpleaños feliz, uno más en el que no voy a estar, pero sé que sabe cuánto deseo saberla dichosa, a ella y ellos, los hombres de su vida que son míos también: mi sobrino y mi cuñado. Un beso con las mejores cosas que haya en el mundo, con la fuerza y el encantamiento para hacer realidad tus sueños... Feliz cumpleaños, señora de las cuatro décadas
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