martes, 23 de septiembre de 2008

Mis villas desnudas.

Tres de los sitios que sufrieron con mayor rigor el paso de Ike por el oriente cubano comparten su condición de villas, ubicadas a orillas del mar, famosas por los encantos de sus geografías, la cordialidad de sus habitantes y muy queridas por miles de cubanos:
Baracoa, la ciudad primada.
Gibara, la villa blanca.
Puerto Padre, la villa azul.
En lo particular estoy unida de manera especial a las tres, incluso a Baracoa que nunca la he visitado, porque para ningún otro sitio he planificado tantos viajes como para ir a conocerla, siempre algo de última hora echaba por tierra los planes y así ella llegó a través de imágenes, fotografías y recuerdos verbales de otros, cuando vaya a nuestra primera cita, quedan fuera muchas de las posibilidades que hubo antes, pero seguro que entre la joven belleza con que resucitará, quedarán los vestigios de los años, esos restos de esplendor que nunca se opacan y que dejan ver el linaje.
Caminar sobre él o al menos acercarme a la distancia de la pupila, me permitirá saber si el Yunque que cuida la bahía de Baracoa perteneció al mismo ente divino que dejó olvidada su montura...



Necesito creer que algún día Gibara volverá a ser esa hermosa villa que sobrevive en las imágenes...

Puerto Padre es un sitio de sueños, era el lugar deseado en vacaciones para estar con la familia paterna, esos tíos más lejanos en la geografía y desbordantes de ternura a nuestra llegada, el pueblo hermoso y tranquilo donde los muchachos podíamos caminar solos, el espacio de la risa, la complacencia, la playa, las fiestas, los excesos típicos de los Molina, eso Ike no pudo llevárselo pero vi en el suelo las casas de Amelia y Sonita, las amigas de mi tía para el café vespertino y el cotilleo de barrio, vi el malecón en el suelo, el paseo lastimoso y duele.
Podría lamentarme de tantas bellezas perdidas, pero prefiero aguardar a que sean devueltas a su lugar por la mano del hombre, al menos parcialmente y guardar los recuerdos de sus encantos, de mis alegrías, para vestir la desnudez que hoy muestran.

2 comentarios:

Joselu dijo...

No he estado nunca en Cuba, pero leyéndote me entran unos deseos enormes de conocer esos pueblecitos y esas villas estragadas por el huracán. Tu voz cubana evoca la belleza y la humanidad de la isla. Quizás, algún día, pueda hacerse realidad ese sueño. Un cordial saludo.

Yolanda Molina Pérez dijo...

Me alegra saber que puedo despertar ese deseo y que puedas concretar una visita a esta isla, por lo que nos dejas ver de ti, supongo que te gustará...
un abrazo