martes, 21 de octubre de 2008

La vida.

La vida es un largo acto de tenencia, desde que surgimos molecularmente está ahí la urgencia de crecer, se necesitan alimentos, fuerzas y los tomamos, por esta primera vez de mamá.
Las exigencias siguen multiplicándose y después de las básicas materiales (son una constante de vida), surgen las espirituales: queremos amor, poder, realización, éxito, protagonismo, inteligencia, no sé ¿cuál es el límite de lo que puede desear el hombre?

 


Tener es condicionante de la sobrevivencia; oxígeno para no asfixiarte, agua para no deshidratarte, comida para no desnutrirte, ropa para no helarte, techo para no mojarte… Y debes tener además esperanza ¿en qué? ¿De qué? ¿Cómo qué? Cualquiera sirve si es propia y aquí hay que ser egoístas, se necesita un sueño personal y la ilusión de tenerlo.
Por un tiempo puede consolarte otro, es fantástico ayudar a realizar quimeras ajenas, pero se precisa de MI SUEÑO, MI ESPERANZA, MI ILUSIÓN, MI RECUERDO.
Aunque imprescindibles no son carga fácil de llevar ¿quién no ha querido dejar de ser un animal de memoria y olvidar placeres perdidos para el cuerpo y el alma? Especialmente si quedó en el piso hecho añicos algún sueño largamente perseguido, si la utopía nos golpeó el rostro con el malvado intento de dejar la huella como indicio para la persecución. Si la complacencia es solo el estremecimiento mágico de la plenitud en un músculo flácido hecho de pasado.
¿Quién no quiere olvidar la muerte de sus muertos, sus miedos, sus fracasos? ¿Dónde se puede ir a buscar la risa fácil que no contabiliza el esfuerzo, la confianza de futuro, y esa pretensión subyacente de eternidad?
Si por casualidad tienes algo que te hace sentir bien, no lo abandones sólo por la posibilidad de sentirte mejor, no busques tenencias excluyentes y ve guardando, al final la vida es sólo un proceso de acumulación, de bienes o males, pero ellos constituyen la fortuna personal propia de cada individuo, al margen de su familia, la sociedad.
Nunca se tiene lo suficiente, faltaron placeres, copas, risas, dinero, conocimientos, límites, cada balance arroja sus propias pérdidas aún cuando se haya hecho todo lo posible. Ante la vida trunca, sólo existe un acto de fe atesorar vida, hacer esperanzas, esperar por la llegada del amanecer.

Foto: Pedro Paredes.

1 comentario:

Joselu dijo...

Hermoso texto de fe en la vida y la humanidad que no puedo dejar de compartir contigo. Un abrazo.